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El Telégrafo

Petróleo y daño genético

22 de septiembre de 2013

Desde el año 2007 hemos venido investigando los efectos en la salud de las personas expuestas a la contaminación por petróleo. Algunas publicaciones al respecto dan cuenta de este daño (Annals of New York Academy of Science, dic 2008, Rev. Ecuatoriana de Medicina y Ciencias Biológicas, 2010; Molecular Biology International 2012).

Al inicio de la era petrolera del Ecuador, década de los 70, la explotación petrolera estuvo rodeada de vicios con efectos ambientales. Miles de litros de petróleo fueron regados irresponsablemente a los suelos de las zonas petroleras. La escasa conciencia ecológica social de aquella época y la gula financiera nacional y transnacional, desembocaron en la ausencia de medidas adecuadas para mitigar el impacto de la explotación del oro negro. El resultado de la inmoral contaminación ambiental lo vemos hoy, 40 años después.

El petróleo y sus aditivos tóxicos, al contactar directa o indirectamente sobre las personas (piel y mucosas o alimentos, agua, vapores), provocan efectos nocivos, desde los leves, como enrojecimiento e irritación, debilidad; hasta los más fuertes, como trastornos gastrointestinales, afecciones musculares, dolores intestinales, náusea, vómito y, a largo plazo, infertilidad, hijos malformados e incluso cáncer y leucemias. Estos últimos tienen una directa relación con el daño  al material genético, el ADN y los cromosomas. Los alarmantes resultados constan en la publicación Impactos Petroleros (http://goo.gl/fVDpIk), que concluye que el riesgo de padecer cáncer de laringe es 30 veces mayor, el de vías biliares 18 veces mayor, de hígado y piel 15 veces y de estómago 5 veces.

Nuestros estudios en el Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UDLA, en varias poblaciones de la zona amazónica influenciadas por algunas petroleras: San Carlos, Los Vencedores, 15 de Abril, Asociación Payamino y Flor de Manduro, en la provincia de Orellana, muestran que 7 de cada 10 personas expuestas al petróleo y derivados tóxicos tienen un 25% de daño de sus cromosomas, comparado con población no expuesta que presenta un 2% de daño espontáneo normal. El efecto de las alteraciones cromosómicas se traduce en un incremento de 150% más de riesgo de desarrollar cáncer y leucemia y hasta un 110% más de riesgo de abortos e hijos malformados.

La contaminación petrolera de la Amazonía ecuatoriana es un estigma social deshonesto y un crimen de salud pública, que justifican las demandas y exigencias de resarcimiento de las poblaciones afectadas, así como la campaña contra “las manos sucias”.

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