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El Telégrafo

Pesca de arrastre

18 de diciembre de 2012

La semana pasada entró en vigencia la prohibición definitiva de la pesca de arrastre en las aguas del Ecuador. Esta técnica consiste en remolcar redes de gran tamaño detrás de barcos pesqueros y así arrastrar toda la vida marina que se encuentra en su trayectoria. Existen diferentes formas de pesca de arrastre, pero hay que diferenciar fundamentalmente entre la “pesca de arrastre de media agua”, a la que se recurre para pescar la anchoveta, el atún y el camarón; y la “pesca de arrastre de fondo”, para capturar el bacalao, el calamar y otras especies de las profundidades.

La pesca de arrastre de fondo es particularmente destructiva del lecho marino y de los arrecifes de corales. Levanta nubarrones de polvo, muy perniciosos y de gran envergadura, detectados inclusive por los satélites en órbita. En general, la pesca de arrastre no discrimina entre las especies capturadas. Para cada tonelada de camarón, se capturan varias toneladas de especies no deseadas, que son eventualmente desechadas al mar, generalmente muertas o muy debilitadas, causando desequilibrios irreparables en los ecosistemas marinos.

Algunos países han decidido enfrentar este ecocidio. En América Latina, primero Venezuela en 2008, luego Belice en 2010, han prohibido este tipo de pesca. El Gobierno de Hong Kong la prohibió en 2010, y el Estado de Kerala, en India, hizo lo mismo este año. En EE.UU. existe una prohibición para la pesca de arrastre en gran parte de la costa oeste. En algunos casos se ha llegado a acuerdos en ciertas zonas transnacionales, en el Mar del Norte, por ejemplo, para prohibir la pesca de arrastre de fondo.

No obstante, la abrumadora mayoría de los mares del mundo sigue siendo víctima de este terrible flagelo, que muchos países se rehúsan todavía a prohibir. “Ojos que no ven, corazón que no siente”, dice la máxima. No es de sorprendernos que los mares, cuyas vastas aguas escapan a nuestra preocupación y vigilancia cotidiana, sigan siendo grandes víctimas de la contaminación y de la sobreexplotación de sus recursos.

Ecuador, junto a sus vecinos Perú y Chile, se erigió, desde la Declaración de Santiago de 1952, en un país militante en cuanto a la protección de sus recursos ictiológicos de las potencias pesqueras del norte. Ecuador fue, en ese sentido, un país precursor en la lucha por la soberanía de los Estados sobre un mar de 200 millas, y una de las naciones más activas en su cuestionamiento del derecho marítimo, lo que resultó, en 1982, en la nueva Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (Convemar), finalmente ratificada por Ecuador este año.

Celebremos, por lo tanto, que Ecuador conste ahora en la selecta lista de países que prohíben una de las técnicas extractivas más dañinas para el ambiente y
nuestro futuro.

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