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El Telégrafo
Esteban Ron Castro

El periodo electoral, implicaciones y expectativas

15 de febrero de 2022

El país ya vive un “periodo electoral” pero, posiblemente, no sabemos lo que esto implica en la desestabilización general de carácter institucional que vivimos en torno a la situación del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (CPCCS), y dos consejeros de los cinco que deben renovarse en el organismo que preside la Función Electoral.

Con bombos, platillos y una cadena nacional se anunció el inicio de este periodo, justamente, un año antes de las elecciones seccionales, que las viviremos en febrero de 2023, durante las cuales habrá expectativas, frustraciones, discusiones y una siempre anunciada reconfiguración del Estado.

A pesar de la declaratoria del periodo electoral, cuando se habla de esta no siempre se conoce lo que significa y lo que siempre se ha creído es que el CNE se vuelve una especie de máxima autoridad y empieza la preparación de las elecciones. Pues, no es así, el CNE bajo ninguna circunstancia se vuelve máxima autoridad ni sus consejeros omnipotentes, lo que sucede es que todas las instituciones del Estado deben colaborar con el organismo en la preparación del proceso, y sus consejeros no pueden ser juzgados jurisdiccional ni políticamente en este periodo. Y, el segundo, tiene mayor certeza: se procede a la preparación de la elección con planes de ejecución, contingencia y el siempre discutido, presupuesto.

Toda la significación del periodo electoral, pone al CNE en el ojo del huracán; desde el análisis de algunos puntos álgidos que los mencionamos en secuencia: aprobación presupuestaria, siempre con elementos de los sistemas de información; cierre de aprobación de organizaciones políticas que pueden participar; alianzas electorales y electoreras; inscripción de candidaturas y el demorado escrutinio por la cantidad de candidaturas de elección seccional.

Este CNE ha tenido ya a su cargo dos procesos electorales, justamente, arrancaron sus funciones con una elección seccional, que dejó muchos vacíos en cuanto a la organización, los problemas internos y autoridades no posesionadas, por lo que no se confiaba en la institución para las pasadas elecciones nacionales; sin embargo, estas fueron mejor ejecutadas y hasta felicitadas en la parte operativa. Lo que siempre rondó y, por poco causa un estrago terrible, fueron las disonancias políticas en el interior del organismo y la falta de conceptualización de conceptos básicos como el conteo rápido.

Esperemos que la buena ejecución del proceso previo se repita dejando de lado la tensión política interna, aunque bastante complejo en el panorama general con una renovación parcial de sus miembros y sin un organismo que la ejecute.

La participación en democracia es el claro ejemplo de lo que sucede en el país en cuanto a problemas estructurales y, una vez más, esperemos elegir bien a nuestras autoridades; esta vez a las “más cercanas”.

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