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El Telégrafo

Periodismo “hooligan”

31 de enero de 2012

Si se repasan bien los contenidos de las opiniones de Emilio Palacio en su época de El Universo, son muy pocas las contribuciones al periodismo en general. Peor aún aquella en donde solo ensayó, con enorme irresponsabilidad, la acusación de criminal de lesa humanidad que ordenó disparar a mansalva a un hospital, repleto de civiles indefensos, contra Rafael Correa.

Contenidos provocadores, como de barra brava, con enorme afán de solo infligir destrozos, físicos y morales, se pueden encontrar en su dichos.

Y en medio de esta práctica sin mayor sustento, cuesta entender cómo desde una institución informativa se lo apoyó tanto, hasta arriesgar casi todo. Perdieron los papeles y siguen extraviados. Muchos de sus columnistas, incluidos algunos de enorme talento, apoyaron, con otros escritos gamberristas, a Emilio Palacio. Como si un alto, una mínima reflexión, no hubiese sido suficiente para salir del atolladero.

Hoy los propietarios de ese medio con enorme historia han caído en el absurdo, en la soberbia, la arrogancia sin sustento. Ofrecen una disculpa, pero condicionada. Sí está bien, te devuelvo lo tuyo, pero debes asegurarme el derecho a usarlo cuando a mí me dé la gana. Un verdadero ofrecimiento de disculpa no tiene condiciones, porque nace del reconocimiento puro y simple del error. Los herederos propietarios del diario quieren como saltarse ese indispensable momento.

No están para eso, parecería que nunca se equivocan, fieles a esa práctica que dice que un medio no tiene por qué ofrecer disculpas. ¿Cuánta gente ha sido víctima de los excesos mediáticos? Mucha, y un periodismo ético no tendría que problematizarse frente a la aclaración indispensable, frente a la restitución de la honra. La cotidianidad informativa, el gran vértigo, la primicia, la venta, el comercio, los pone siempre en la frontera de lo veraz y lo infundado; de lo honesto y lo amañado; del bien común y los intereses personales.

Pero hoy esa delgada línea también se tiende a violentar por los compromisos políticos. Vivimos un momento de tensiones, todo cambio las genera, y los medios, su mayoría, le han apostado a lo establecido, reaccionando contra ese cambio. Esos medios siguen actuando como si no existieran otras voces, otras narraciones que nos permiten contrastar los hechos. Esas oposiciones los han alterado, el absoluto de ayer hoy contiene verdades relativas, por eso quizá El Universo no pudo frenar a su director de opinión, o tal vez no quiso.

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