Publicidad

Ecuador, 27 de Septiembre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo

Peligro global

02 de julio de 2013

La atmósfera del planeta se formó, hace aproximadamente cuatro mil quinientos millones de años y en su interior tenía vapor de agua. El magma, cargado de gases con vapor de agua, emergió a la superficie gracias a las constantes erupciones, posteriormente la Tierra se enfrió, el vapor de agua se condensó y cayó nuevamente al suelo en forma de lluvia.

Así comienza el ciclo hidrológico, con la evaporación del agua desde la superficie del océano y, a medida que se eleva, el aire humedecido se enfría y el vapor, por condensación, se transforma en agua. Las gotas se juntan y forman una nube. Luego, por su propio peso se precipitan. Si en la atmósfera hace mucho frío, el agua cae como nieve o granizo. Si es más cálida, caerán gotas de lluvia.

La atmósfera originada por el indicado ciclo protege la vida de la Tierra, actuando como escudo protector contra los meteoritos, absorbiendo en la capa de ozono parte de la radiación solar ultravioleta, reduciendo las diferencias de temperatura entre el día y la noche y en su capa más cercana a la superficie terrestre en la cual, además del vapor del agua, tiene otros componentes gaseosos importantes para la vida, como son: nitrógeno, oxígeno, dióxido de carbono (CO2). A este último, por absorción de la energía del suelo, se le atribuye el efecto invernadero producido por acumulación excesiva del calor, dando como resultado el calentamiento global con las consecuencias negativas que experimentamos: inundaciones y sequías.

EE.UU. es el segundo emisor del mundo de CO2, después de China, aunque se sitúa en el primer puesto si se trata de emisiones por habitante.

En los discursos de la campaña presidencial de 2008, Barack Obama prometía que, si era elegido presidente de EE.UU., “los glaciares dejarían de derretirse, el nivel de los mares no subiría y el planeta comenzaría a curar las heridas del cambio climático”.

Es imprescindible reducir las emisiones de los gases de efecto invernadero en los países industrializados un 30% para el año 2020, y un 80% para el año 2050, para que la temperatura global no aumente más de 2ºC respecto a las temperaturas preindustriales.

Superar esta temperatura supondría la extinción masiva de especies, un coste económico del orden del 20% del PIB mundial y aumentar riesgo de sufrir hambrunas, de padecer enfermedades como la malaria, e inundaciones y escasez de agua para millones de personas que viven en los países más vulnerables y empobrecidos.

Contenido externo patrocinado