Un hecho histórico que conmueve a los latinoamericanos se ha dado el 4 de septiembre con el anuncio oficial por parte del presidente Santos, de Colombia, y del dirigente de las FARC, “Timochenko”, de la firma de un acuerdo marco cuyo objetivo final es la suscripción de un tratado de paz que pondría fin a un conflicto armado que dura casi 50 años.
La confrontación bélica entre grupos políticos antagónicos ha sido una constante en la historia colombiana. El más lejano origen de las FARC se remonta al asesinato del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán en 1948 y a la violencia ejercida por los conservadores, lo que condujo a que sectores campesinos afines a partidos de izquierda y dirigentes de esa tendencia se organicen en comunidades autónomas, entre ellas la célebre “Marquetalia”, que junto a otras de su tipo fue atacada por el Ejército, lo que trajo como respuesta la formación de las FARC, la organización guerrillera más antigua de Latinoamérica.
El acuerdo actual no es el primero ni el único. Se dieron varios intentos; en 1984 en el gobierno de Belisario Betancourt, las FARC crearon la Unión Patriótica como su brazo político. Se dio entonces una matanza sistemática de sus miembros y las Auto Defensas aparecieron como respuesta paramilitar, sucediéndose los asesinatos, secuestros, atentados, que han puesto en vilo al pueblo de Caldas y Nariño.
La fusión de la guerrilla principal con el ELN y el EPL en la Coordinadora Simón Bolívar propició un nuevo intento de paz durante el mandato de Andrés Pastrana en 1991, proceso que también se truncó. A partir de 2000 recrudecieron los actos de violencia, tanto de las fuerzas armadas como de los paramilitares y guerrilleros, y a pesar de que se establecieron supuestas zonas de distensión, el Plan Patriota de Uribe llegó al extremo del bombardeo a Ecuador el 1 de marzo de 2008.
Los esfuerzos desplegados por la senadora Piedad Córdoba y de “Colombianos por la Paz” han sido importantes para la búsqueda de una solución negociada. Según el presidente Santos, las conversaciones, que han durado año y medio, tuvieron el aval de Cuba y Noruega y -como testigos- a Venezuela y Chile, lo que es un reconocimiento a la seriedad de esos países y gobiernos.
Hoy la mayoría de ciudadanos del vecino del norte se pronuncian por el cese definitivo de la violencia y esperan que se haga posible que los miles de desplazados, muchos de ellos acogidos por Ecuador, regresen a su país y disfruten, por fin, de la anhelada paz.