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El Telégrafo

“Patriarcas de la componenda”

24 de enero de 2013

Así los llamó el presidente Jaime Roldós Aguilera a quienes en 1980, en calidad de diputados de la Cámara de Representantes, se unieron en un solo combo golpista para combatirlo. Los dos “patriarcas de la componenda” más destacados eran León Febres-Cordero y Assad Bucaram, a los que se sumaron líderes ultraizquierdistas y vivos de toda especie.

Y los “patriarcas” desataron toda una guerra política contra el joven mandatario ecuatoriano, erigido en bravo denunciante de la oligarquía, la derecha y el imperialismo. Este último, por boca del gobierno de Ronald Reagan, había condenado abierta y textualmente “la doctrina Roldós de derechos humanos”, por considerarla antinorteamericana, pues implicaba la condena a las dictaduras que los yanquis, la CIA mediante, impusieron en aquellos años a varios países de América Latina.

Además, Roldós ordenó la captura de barcos pesqueros norteamericanos, defendía la pertenencia del Ecuador a la OPEP, las relaciones con Cuba y Nicaragua sandinista, los derechos del pueblo palestino. En lo interno, Roldós iniciaba medidas sociales que, aunque tímidas y pequeñas, afectaban a los intereses de la oligarquía, tales como la comercialización estatal de víveres. 

Razones todas ellas, entre otras, para desatar la furia del imperio y de sus atentos servidores criollos. Y de paso, para llevarlo a la muerte en el sangriento magnicidio colectivo de Celica, sucedido el 24 de mayo de 1981.

Esta lección histórica el pueblo debe tenerla presente en las elecciones presidenciales y parlamentarias del próximo 17 de febrero, pues la oposición proyecta desde ya conformar el nuevo combo en la Asamblea Nacional, segura como está por anticipado que Rafael Correa ganará en las urnas abrumadoramente, y en una sola vuelta. Entonces a esta oposición antidemocrática, antipopular y antiecuatoriana no le queda otro recurso que armar la guerra política desde la Asamblea Nacional, constituyéndose en obstáculo y freno de las políticas de cambio, a la vez que adobando un hirviente y repugnante caldo de golpismo. Un 30 de Septiembre parlamentario.

En su hora, Roldós se propuso disolver el parlamento subversivo y convocar de inmediato nuevas elecciones, pero el griterío político y mediático que desató su tentativa lo apabulló. Los genios y notables de siempre, los voceros del imperio, la cúpula eclesiástica, en suma, los defensores del pasado, le acusaron de populismo galopante, de caudillo antidemocrático, de aspirante a dictador. Al desistir de su propósito, Roldós se quedó solo y condenado a la muerte.

De allí que en esta ocasión, quienes creen en la necesidad de avanzar en el camino de la Revolución Ciudadana, no solamente deben votar por Rafael Correa, sino también por los candidatos de las listas afines para la Asamblea Nacional; listas que dejan mucho que desear en cuanto a varios nombres, pero que en conjunto están llamadas a consolidar las propuestas de cambio y ser un firme parachoques frente a los nuevos “patriarcas (y matriarcas) de la componenda”. Nunca más otros 30 de Septiembre, con ningún disfraz.

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