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El Telégrafo
Ivanna Zauzich

El pasado y el futuro de la fanesca

03 de marzo de 2022

La fanesca es uno de los platos icónicos de una de las mayores festividades en Ecuador: la Semana Santa, que es la última semana de la cuaresma, desde el Domingo de Ramos hasta el Domingo de Resurrección, que la iglesia católica dedica a recordar la pasión, muerte y resurrección de Jesús. Junto con esta celebración viene un ritual de preparación que requiere horas de desgranar, amasar, revolver con cuchara de palo y mezclar hasta que el potaje espeso esté en su punto para servir en familia. Hoy esta práctica se ha apagado poco a poco porque al envejecer las abuelas preferimos, para su tranquilidad, comprar la fanesca en supermercado o restaurantes, y evitar el largo proceso de preparación.

 

Es entendible: hace unos años una amiga me invitó a preparar la fanesca en su casa con su familia. A las 7 am estuve allí dispuesta a hacer las tareas que me dieran y así comenzamos una odisea de pelar granos que me dejó las huellas dactilares rojas y un dolor insoportable en las uñas. Sin embargo, durante 6 horas conversamos en la cocina y nos reímos, también aprendimos el paso a paso de la fanesca y al comerla, todo el sacrificio, fue un buen sazonador porque fue la mejor versión que había probado en mi vida. No quiero decir que así deba ser, ya que hoy buscamos vivir más ligero y sin complicaciones, así que, si alguien prepara esta sopa por ti, y puedes pagarlo es una alternativa. Solo me pregunto qué pasará más adelante: ¿quedará la receta de la fanesca en manos de 2 corporaciones que venderán y las múltiples recetas de las abuelas irán desapareciendo? No sabemos, lo que sí es cierto es que cada vez pasamos menos tiempo en la cocina y están cambiando ciertos hábitos. Esto es propio de evolucionar, pero me deja un sinsabor que perdamos más que la diversidad de recetas de esta sopa típica de Semana Santa.

 

Me explico: la fanesca tiene un incalculable valor cultural porque es un puente que unió al viejo y nuevo mundo. Desde la perspectiva católica, traída por los españoles, el acto de comer la fanesca es una representación de los 12 apóstoles, por eso van 12 granos; el pescado representa a Jesús y las masitas a los no creyentes, quienes igual están invitados a la celebración. Sin embargo, desde antes de la conquista, nuestros ancestros indígenas agradecían a los dioses las cosechas a la Pachamama (madre tierra) con estos potajes (que no tenía lácteos porque esto vino con los españoles) de granos andinos que reunían a familias alrededor de la cosecha y una comida solidaria entre la comunidad.

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