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El Telégrafo

Partidos de oposición pugnan por no desaparecer

07 de diciembre de 2013

Los restos de partidos políticos y más grupúsculos, alineados en la oposición, desesperados para no ser borrados, definitivamente, del registro electoral, movilizan sus escasos cuadros, en vergonzosas alianzas, en procura de sobrevivir un poco más. Ya no hubo ni siquiera intención de convocar a la unidad o gran alianza para enfrentar a los candidatos de Alianza PAIS en la justa de febrero, por sí solos y al apuro se arrimaron el uno al otro, para asegurar el mínimo porcentaje de alcaldías o concejales que exige el Código de la Democracia y así evitar su extinción.

Los residuos del socialcristianismo, dispersos en varios sectores de nuestra geografía, sin considerar ideologías ni pretensiones de recuperar el control del Estado, solo se alistan a librar otra batalla por la supervivencia. El MPD, el movimiento indígena Pachakutik y el PRE, desesperados, ahora, sin el poder de convocatoria, de acuerdo con sus cálculos electorales, se agrupan para defender los resultados de la contienda de febrero próximo. El Prian, CREO, PSP y el PSC se olvidaron de tesis y fórmulas de gobierno y, según las condiciones de cada región, van de la mano, temerosos, protegiéndose mutuamente con la lejana esperanza de vencer a los candidatos de Alianza PAIS. Otros grupos como SUMA, sin alcance nacional, sin dirección, pero repletos de ambiciones, se abrazan, listos para la jornada electoral de 2014. Es de suponer que la oligarquía, en el entrevero y su poder económico, maneja a su antojo, a través de sus representantes, el proceso electoral, en provecho de sus intereses.

Los partidos y grupos políticos se fundaron como necesidad histórica para mejorar la administración del Estado y servir eficientemente a la ciudadanía. Brillaron eximios conductores por su sacrificio por los demás; mientras, otros actuaron como aves de rapiña y ofendieron a la patria. Es conocido que los últimos gobernantes se entregaron a la oligarquía y al imperialismo y debido a sus desaciertos cayeron en el desprecio ciudadano y aun así pretenden reintegrarse a la política nacional. La contienda electoral que se aproxima registra un confuso panorama, con la formación de raras alianzas, como centroizquierda, centroderecha, neutrales y otros disparates. Lo cierto es que hoy en el país rigen dos tendencias con propósitos transparentes y definidos: la derecha reaccionaria disfrazada con diversos matices, atada al pasado y decidida a mantener el privilegio de unos pocos; y  la otra corriente, la del cambio, liderada por Rafael Correa  que propugna la justicia social.

Hace rato comenzaron a sucumbir los grupos políticos que se resisten a entrar a la era del cambio, que impulsa el gobierno de la Revolución Ciudadana e insisten en sobrevivir participando en la contienda electoral de febrero, en descaradas alianzas con enemigos y rivales de ayer.

La oposición resquebrajada, sin líderes y sin visión de la realidad, sin otra alternativa, se arriesga, peligrosa, tímida y agresiva, a librar su último combate, pero como deduce y prevé otra inevitable derrota, no se descartan acciones malintencionadas, y hasta otro intento golpista, siempre con el auxilio de la prensa comercial.

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