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El Telégrafo
Leonardo Vicuña Izquierdo

Paro y levantamiento antihistóricos

12 de agosto de 2015

Mañana se realizará el paro de un sector de trabajadores dependientes de un sindicalismo dirigido por quienes han perdido la brújula del cambio y que desde hace rato han ‘coincidido’ con la derecha oligárquica y su banca, empeñados en frenar los cambios para preservar sus intereses, afectados por la acción de gobierno, que ha decidido ejecutar políticas redistributivas del ingreso, desde lo tributario y la democratización de la propiedad, en procura de equidad y justicia social.

En este maridaje sindical oligárquico está también la Conaie, cuya acción ha merecido un descarado y sostenido apoyo de grandes medios, que lo exaltan, a diferencia de otras épocas, en que lo reprimían, minimizaban, ignoraban y desprestigiaban, porque apuntaban a minar su poder.

Para la derecha ahora, en procura de afectar al Gobierno, los trabajadores y el movimiento indígenas son lo máximo, ya que quieren impedir las enmiendas constitucionales, en especial la que los aterroriza: la posible reelección de Rafael Correa.

La mayoría del pueblo, que los enfrenta y rechaza, los tranquilizará. Veremos entonces sus posiciones frente a la Ley de Tierras, Revolución Urbana, Revolución Laboral (salarios justos, estabilidad, sindicalismo, etc.), los proyectos de ley sobre herencias y plusvalía, una vez clarificados en sus alcances y el destino de los recursos, en beneficio de los pobres y de las comunidades.

Han buscado apoyo de todos los sectores, que reducidos y desprestigiados, cuentan con dirigentes activistas de los grupos políticos de oposición y algunos renegados que quieren figuretear y conspirar. Allí están unos pocos dirigentes de grupos de maestros, estudiantes, médicos, jubilados, exhibiendo cualquier pretexto o mentira, desconociendo  los cambios profundos y logros alcanzados en este proceso, olvidándose de los objetivos históricos de la lucha popular.

Están de la mano con sus explotadores, con quienes, cuando fueron gobierno, los persiguieron y encarcelaron; implementaron políticas que afectaron sus derechos y rechazaron siempre sus reivindicaciones.

La oligarquía, a través de algunos ingenuos, o de dirigentes que persiguen fines lucrativos, creen que los del pasado neoliberal les van a reconocer derechos, conquistas étnico-culturales, mejorar servicios, ampliar la cobertura del IESS, dotar de fondos del petróleo para las comunidades y asignar créditos externos para infraestructura energética, educativa, salud, vialidad, vivienda, como ocurre ahora.

Creen que la democracia, justicia, soberanía y progreso social están en la banca, los círculos oligárquicos; creen que han cambiado, que son demócratas y que ahora reconocen los derechos del pueblo.

‘Lerditud’ política, traición, deslealtad, o cualquier otro adjetivo es lo que aplica; máxime si algunos desubicados vociferan con posiciones extremas: “paro indefinido”, “de Quito no regresarán sin respuestas”, “resistencia o muerte”, no contra el gamonalismo ultraexplotador sino contra el Gobierno, pero que nada de esto respaldó el pueblo en 10 elecciones, en las que todos ellos juntos apenas sacaron el 3%, más lo que sumó Lasso.

Actúan igualito que sus pares en Venezuela o como antes en Cuba y Nicaragua. Toda esta palabrería es digna de mejores causas. La inmensa mayoría del pueblo apoya la Revolución Ciudadana y rechaza este paro desleal, antihistórico, vacío, y el levantamiento sin pueblo, sin norte, que traiciona la memoria de Rumiñahui, Daquilema, Tránsito Amaguaña y Dolores Cacuango, y tantos otros dirigentes que han caído en más de 500 años de lucha por legítimas aspiraciones. (O)

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