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El Telégrafo
Orlando Pérez, Director de El Telégrafo

¿Para qué y quién fomenta polarización?

16 de noviembre de 2014

Hay polarización en Brasil, Argentina, Colombia, Bolivia, España, EE.UU. y en Ecuador, para no alargar la lista. En cada uno de estos países pareciera que esa polarización existe solo por la presencia de mandatarios y líderes (hombres y mujeres) polémicos, con posturas definidas y porque la historia ha cambiado y la búsqueda de esa armonía y convivencia casi celestial ha sido imposible en estos tiempos.

¿De verdad vivimos una plena polarización? ¿Qué entendemos por ella: acaso la contraposición de posturas, pensamientos, ideologías e intereses concretos? ¿O se trata de esa búsqueda de confrontación para tan solo volver a una supuesta ‘gobernabilidad’ armoniosa que jamás existió porque ocultaron al bloque dominado por la supremacía de un totalitarismo y hegemonía del bloque dominante? ¿Quienes más hablan de polarización no son esos personajes que ni siquiera daban paso a la opinión del otro porque lo despreciaban, ignoraban y hasta desconocían? ¿A esto podemos llamar polarización?

En España no había polarización porque el PSOE y el PP convivían de maravillas con todo lo que ahora se sabe en detalle. La democracia era hidalga, moderna y aromática. ¿Y solo hay polarización ahora porque Podemos coloca en dedo en la llaga al desnudar a la ‘casta’? ¿Y en EE.UU. no había polarización en la era Bush porque las transnacionales y el aparato industrial militar ordenaba todo y ahora sí hay porque a Obama se le ocurrió una reforma al sistema de salud y en el de migración?

En América Latina no había polarización, según los ‘teóricos’ de esta tesis, cuando las dictaduras aniquilaban toda oposición de izquierda. En esos tiempos, los que ahora son dueños de algunos bancos y empresas no sufrían la polarización dictatorial y violenta. Al contrario, se beneficiaron tanto que amasaron las fortunas que ahora disfrutan. Bastaría revisar las corporaciones empresariales y mediáticas de ahora e indagar en sus orígenes para entender que en aquella época la ausencia de polarización implicaba una imbricada y soterrada relación entre dictadores y propietarios de esas entidades.

En Ecuador hay algunos, entre ellos dueños y gerentes de bancos, que sirvieron a las dictaduras y también hay periodistas que recibieron el título de uno de los regímenes militares que jamás hablaron de polarización en ese momento ni después. Y son los mismos que invocan la armonía porque supuestamente el modelo que vivimos es intolerable, no les da espacio y reduce toda su libertad a ser uno más del montón, sin los privilegios que antes obtenían de los gobiernos de turno, todos ellos sí muy ‘tolerantes’ (solo con ellos).

Entonces, la polarización de la que tanto se habla y que, además, sostiene temas como la alternabilidad, oposición negociando cargos para ceder presiones, sindicatos sin conflicto y en plena armonía con el capital (ya hasta resulta difícil decir con el capitalismo porque parecería que no existiera) solo está revelando su verdadero rostro: el deseo de retorno. Los mismos dirigentes sindicales que protagonizaban las famosas huelgas nacionales del FUT ahora hablan de una tensa polarización, pero cuando eran reprimidos por los gobiernos democratacristianos, socialcristianos y socialdemócratas no esgrimieron tales argumentos políticos. ¿De qué hablaban en ese entonces?

Sin exagerar, esa exacerbada y construida polarización es consecuencia y consecuente con este momento histórico, sin duda alguna, pero a partir de una construcción con intenciones muy bien definidas. Al menos, la tensión creada por la aplicación de un modelo distinto al neoliberal explicaría esa supuesta polarización, pero desde la perspectiva absolutamente capitalista, que se resiste a morir, como también del socialismo del Buen Vivir que tiene muchas dificultades de nacer plenamente.

Ya veremos si más adelante, cuando hipotéticamente la derecha gobierne Ecuador, Bolivia o Brasil, volvemos a hablar de polarización o de un estado de tensión por otra democracia.

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