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El Telégrafo

Para qué un código monetario y financiero

10 de febrero de 2014

El neoliberalismo, contrario a lo que piensa la derecha, no fue solo un modelo económico, sino todo un sistema ideológico de cómo debería ser la vida de los ciudadanos bajo el libre mercado. El no comprender esto ha llevado a que se piense que la lucha es solo contra el modelo económico que se impuso: privatización, desmantelamiento del Estado, reducción de la esfera pública, mercantilización de los servicios sociales, profundización financiera sin control, etc., que nos llevó a la profunda crisis de finales del siglo pasado y que aún no se ha cerrado. Como sistema ideológico el neoliberalismo introdujo imaginarios de que la competencia para el libre mercado era la respuesta perfecta ante la violencia, la pobreza, la exclusión, el subdesarrollo. La idea de éxito y fracaso se centraba en que el individuo debía competir permanentemente frente a otros para escalar socialmente: mayor consumo suntuario, banalización de la vida, quemeimportismo social, cero solidaridad. Es decir, no importaban las condiciones históricas en las cuales los individuos se habían criado, sino sus ambiciones personales: egoísmo mercantil.

Por eso, aunque el país ha avanzado en una serie de transformaciones sociales históricas, aún falta avanzar en las transformaciones del sistema de control monetario y financiero nacional. Porque resulta que el Estado aún no controla, como debe ser, la dolarización, sino que son los bancos, de hecho, quienes intermedian la oferta monetaria y lo hacen amparados en leyes neoliberales que aún están vigentes. Por eso la urgencia de que se apruebe un código monetario y financiero, que ponga al sistema financiero al servicio del trabajo y, más aún, al servicio de la transformación de la matriz productiva. Esa finalidad va a permitir que el capital en manos de la banca no privilegie la producción y el consumo suntuario, sino que privilegie la producción nacional, la generación de empleo a todo nivel con una visión diferente del consumo interno, enfocado a privilegiar al ser humano antes que al capital. Por eso es vital un código monetario y financiero para apuntalar la sustitución selectiva de importaciones, fortalecer el mercado nacional, la producción de bienes infinitos, etc., y al final avanzar en una nueva geometría del poder, con el objetivo de consolidar las vías para un Estado popular. Por eso es urgente ampliar la discusión política de un nuevo orden monetario y financiero en el país para no permitir que los grupos que ahora lo controlan difundan falsas ideas de que el Gobierno pretende controlarlo todo. Si queremos terminar con la extrema pobreza, mejorar las condiciones de vida en los territorios, que nos lleve al cambio del modelo de desarrollo, necesitamos un mayor protagonismo político de toda la sociedad, ya no solo pensando en 2017, sino a largo plazo para que el pacto social alcanzado nos lleve al Socialismo del Buen Vivir.

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