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El Telégrafo
Víctor Mendoza Andrade

Para no quebrar (2)

12 de mayo de 2015

Para equilibrar el aumento de las necesidades de alimentos para satisfacer el crecimiento exponencial de la población mundial en relación con la producción lineal de alimentos, la FAO propuso la tecnificación agrícola mediante: el Plan de Desarrollo agrario a nivel mundial (World Plan for Agricultural Development. FAO 1963).   
Con este objetivo, instituciones científicas internacionales prestigiosas, como las fundaciones Ford y Rockefeller, apoyaron las investigaciones y la difusión de la denominada Revolución Verde (RV), la cual significó internacionalizar el ‘modelo exitoso’ del Primer Mundo, en los países del Tercer Mundo como el nuestro.

Los incrementos de producción obtenidos por la RV mediante la aplicación de ‘paquetes tecnológicos’ en cultivos como el arroz y el trigo, fueron sorprendentes identificando su alta eficiencia, como agricultura convencional cuyos insumos (fertilizantes, pesticidas, herbicidas, semillas) y mecanización son costosos y altamente dependientes de los combustibles fósiles, condiciones que los volvieron financieramente poco accesibles para los pequeños agricultores del Tercer Mundo y altamente contaminantes del medio ambiente.

El profesor Norman Borlaug, al recibir el Premio Nobel de la Paz (1970), en reconocimiento a su aporte a la RV, al recibirlo expresó: “El componente esencial de la justicia social es adecuar el alimento a la humanidad. Si se desea paz hay que cultivar la justicia, pero al mismo tiempo hay que cultivar los campos para que produzcan más trigo”.

Pensamiento que reconoce que los problemas mundiales -como son la pobreza y la contaminación- no solamente necesitan soluciones técnicas sino también políticas. No se puede dudar de lo indispensable de la tecnología como herramienta de apoyo para el desarrollo, pero en la medida que no signifiquen dependencia financiera de los países del Tercer Mundo y contaminación ambiental de la región donde esta se aplique.

En la reunión de la ONU, Cumbre de la Tierra (Río de Janeiro 1992), se debatió el concepto del desarrollo sustentable. Los países industrializados centraron las soluciones para el progreso mundial en la preservación del medio ambiente y el consumo prudente de los recursos naturales no renovables. Los países del Tercer Mundo legitimaron el uso de sus RNR para su desarrollo fundamentados en tres pilares: el progreso económico, la justicia social y la preservación del medio ambiente.

Lo cual significa una posición política que debería reconocerse en los acuerdos y tratados como son los llamados de libre comercio mediante los cuales nuestros productos son trasladados a los países industrializados sin que se reconozca que en ellos van integrados nuestros recursos naturales: suelos, agua, energía sin reconocimiento de su valor real y que para obtenerlos hemos aplicado tecnología transferida sin tener posibilidad de intervenir en la decisión del valor financiero, no obstante que ellos significan la contaminación ambiental cuya responsabilidad se nos adjudica, siendo causas de nuestro proletariado agrícola que no hemos solucionado. (O)

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