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El Telégrafo

Para entender la crisis

27 de enero de 2014

Hasta hace un siglo, los precios de los productos disminuían continuamente, como consecuencia de los avances tecnológicos. ¿Por qué suben ahora, pese a lo avanzado del desarrollo tecnológico? Pues porque hay muchos dólares circulando. ¿Cuántos? Tantos que hasta con ellos se podría comprar varias veces el planeta con todo su contenido. Para entender el meollo de la crisis actual, habría que intercambiar las palabras dinero por dólar y país por mundo en la afirmación de Mayer Rothschild, accionista de la FED: “Denme la posibilidad de imprimir el dinero de un país, y no tendré problemas con sus leyes”.

Pasa que casi todos los dólares que circulan por el planeta son virtuales, el 90% no tiene respaldo de ningún tipo por tratarse de una masa monetaria creada de la nada por unos saltabancos modernos, para luego fluir de mano en mano mientras les dure su único sostén, la fe del carbonero. Pero como todo plazo se cumple, esta pirámide sistémica está condenada a derrumbarse por no ser aplicable para siempre.

La superabundancia de dólares enriquece a muy pocos y empobrece a los demás. Según  un estudio del Foro Económico Mundial: “La brecha persistente entre los ingresos de los ciudadanos más ricos y de los más pobres es el riesgo susceptible de provocar daños más graves en el mundo en el curso de la próxima década”. Esta es una de las causas de las guerras y los conflictos armados.

Tal vez se obtengan elementos de juicio para entender la crisis actual de las palabras del presidente Wilson, quien, al comprender el grave error que cometió al firmar el decreto de creación de la FED, comentó: “A nuestro país lo controla el sistema crediticio, y nuestro sistema crediticio se concentra en manos privadas. El crecimiento de nuestro país se encuentra bajo el control de muy pocas personas que, aunque fuesen honradas y actuasen en defensa de los intereses del pueblo, de todas maneras se preocupan por los negocios en los que invierten su dinero... este tipo de actividad destruye la libertad económica. Ya no somos más un gobierno que cumple la voluntad del pueblo sino el gobierno bajo el control de un puñado de gente”. A confesión de parte...

Ojalá se logre hallar la solución planteada por Paul Krugman, premio Nobel de Economía: “En estos momentos necesitamos de algo que económicamente sea equivalente a la guerra; en fin de cuentas, la Gran Depresión se disolvió en la nada mediante un programa de gastos sociales múltiples más conocido con el nombre de II Guerra Mundial”.
¡Dios nos proteja de otra solución semejante!

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