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El Telégrafo

Para Año Nuevo, Assange libre

28 de diciembre de 2012

Inglaterra juega a que lo olvidemos. Rutinizar la situación, naturalizarla. Al comienzo una lluvia de protestas, luego lentamente el olvido. Eso quieren respecto de Assange. Que se pudra encerrado, que el deber diplomático de otorgarle el salvoconducto no sea cumplido por la vieja potencia colonial, acostumbrada a la prepotencia y el desplante.

Se logró con eficacia que Inglaterra no invadiera la embajada ecuatoriana, tal cual había amenazado. Haberlo hecho hubiera constituido una violación inaudita del derecho internacional; pero se sabe que hoy a menudo desde las grandes potencias no se cumple con ese derecho, como se mostró en Irak, en Libia, con la muerte de Bin Laden en Pakistán, o como se exhibe diariamente con el mantenimiento de la cárcel ilegal de Guantánamo.

Lo cierto es que la presión internacional salvaguardó a la embajada ecuatoriana, junto a la actitud digna y firme del gobierno que dirige Correa. El honor de las naciones periféricas quedó salvaguardado, frente a la pretensión del arco de países hegemónicos de lesionar el derecho internacional tergiversándolo a su antojo.

Pero hoy se necesita una intensificación de la presión. Si no se actúa con energía, lentamente el silencio internacional redundará en la posibilidad de mayor arbitrariedad por parte de Gran Bretaña. Es hora, por lo tanto, de renovar el peso de la mirada internacional sobre la violación de derechos en que desde allí se incurre, al no permitir a una persona refugiada gozar de las prerrogativas establecidas en las convenciones internacionales vigentes.

Los defensores de la “libertad de prensa” castigan a Assange por haber realizado actos de libertad en publicación de información. La contradicción en que incurre Inglaterra es tan grande como aquella que la lleva a permanecer todavía colonialmente en las islas Malvinas. Se pretenden espacios republicanos de libertad, pero operan con los atropellos de monarquías de los tiempos del despotismo, por cierto que no siempre ilustrado.

Ojalá en 2013, por el bien de la paz mundial, con el Año Nuevo tengamos sanas noticias. Assange fuera de peligro, como corresponde. En el brindis anual habitual, se esconde la promesa de un futuro que haga sentir más tranquilos a todos, tanto a quienes habitan las potencias del Norte como a quienes vivimos en los países emergentes del Sur.

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