Los presidentes que concurrieron a la III Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) fueron advertidos sobre el fin del período de más de diez años de bonanza que experimentó nuestra región, y que en este 2015 crecerá en su conjunto apenas un 2,2% del Producto Interno Bruto.
Alicia Bárcenas, secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina (Cepal) viajó a Costa Rica, sede de la reunión de mandatarios, para informar que este será un año difícil, con la expansión económica más baja desde 2009.
La economía del continente tuvo un escuálido crecimiento del 1,1% del PIB en 2014, cuando marcó el punto de inflexión de una década matizada por el aumento de las exportaciones de materias primas hacia los mercados en auge, como el de China.
La crisis financiera que se desató en 2007 en Estados Unidos y contagió a Europa no llegó a afectar a Latinoamérica, región en la que no se produjeron quiebras de bancos ni fugas de capitales y, en cambio, se incrementaron en volumen y en valor las materias primas, tales como el petróleo, los alimentos y metales.
Durante ese período de bonanza, se redujeron sustancialmente la pobreza y pobreza extrema, con la consolidación de una clase media que, por primera vez en muchos países, fue superior en número a las comunidades más desposeídas.
En su discurso ante los presidentes, Bárcenas presagió momentos muy duros para los 165 millones de latinoamericanos que padecen pobreza, de los cuales 69 millones viven en pobreza extrema, con el agravante de que esa cifra aumentaría, con la afectación directa de una potencial crisis económica a un mayor número de personas.
En varios países ya han saltado las alarmas, se han hecho recortes en los presupuestos generales para este año, ante la caída en los precios de las materias primas y los hidrocarburos. Situación aprovechada por algunos respetables exmandatarios de los países del área, que instaron a replantear el modelo económico para afrontar una previsible temporada de ‘vacas flacas’, rediseñar los modelos de desarrollo adoptados por los actuales gobernantes, redistribuir los ingresos de manera eficiente, combatir frontalmente la corrupción y promover la integración regional.
Como ha dicho la Cepal: “No cabe duda de que la región ha hecho progresos importantes en el manejo del ciclo económico, como se expresa en la reducción de vulnerabilidades fiscales y monetarias durante la primera década del siglo XXI. Sin embargo, ello no ha sido suficiente para superar el gran rezago productivo, la brecha estructural y la gran desigualdad que aún recorren a nuestra región”.
Ante este panorama de ralentización de la economía en América Latina, pronosticado por ese organismo, al liderazgo regional no le queda otro camino que el de promover la justicia social y diseñar un nuevo modelo económico basado en la generación de riqueza, empleo, inclusión y democracia plena. Solo así tendremos un mejor panorama.