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El Telégrafo
Gustavo Pérez Ramírez

Paliativos para la crisis migratoria africana

26 de abril de 2015

La Historiografía, que elude el presidente Obama, tal como lo practican vencedores en las guerras, dejando impunes sus propios crímenes y violaciones, hubiera podido inspirar una solución estructural a quienes prepararon el plan de acción de 10 puntos, que fue presentado en la cumbre extraordinaria de Bruselas, convocada para atender la atroz tragedia humana  que se vive  en el Mediterráneo.

Si hubieran primero echado una ojeada a lo sucedido en el continente africano, hubieran entendido cómo se originó la crisis,  en particular  la de Libia, sumida en el caos que dejaron los grandes poderes en busca de petróleo, el más reciente ejemplo de complicidad en la crisis actual.

Al contrario, el plan de acción da prioridad a medidas coyunturales tales como reforzar las operaciones de patrullaje, capturar y destruir embarcaciones usadas por los traficantes de personas, y a un programa de regreso para la rápida deportación de migrantes ‘irregulares’, como si estos no fueran seres humanos con derechos  y dignidad.

Políticas migratorias “cínicas… destinadas más a controlar las fronteras marítimas que a salvar vidas”, según Zeid Ra’ad Al Husein, Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos en la Unión Europea.

El Plan no tiene en cuenta la gigantesca deuda contraída por las potencias colonizadoras europeas que se dividieron el continente africano en la desvergonzada  Conferencia de Berlín de 1885-1886, que pasó a la historia como la ‘Rapiña de África’, reparto que siguió hasta 1914 y persistió con Mussolini en 1936, con la ocupación durante 5 años de Etiopía, el último territorio independiente de África.

Los líderes europeos han debido reconocer la relación con la crisis actual de las  pasadas fechorías de las potencias europeas en África; en vez,   obstinados, subrayaron que  “Europa no ha causado esta crisis”. Han debido elaborar un plan continental  que dote a los pueblos africanos  de la infraestructura física y cultural que destruyó en el siglo XIX, cortando sus alianzas con las élites corruptas que gobiernan y controlan las riquezas en muchos países del continente africano. Si bien, la solución de fondo es un plan alternativo, porque el neoliberalismo traerá más de lo mismo, destrucción y desesperanza.

Es urgente acabar con el sometimiento del hombre al capital, y enfocar las causas recónditas de la crisis,  asunto de decisión política, que encare el  despilfarro y corrupción en el uso del dinero. Bastaría con un drástico recorte de los gastos militares, que en el mundo es de 3,4 millones de euros por minuto, y en  Italia, tan afectada por la crisis migratoria, de 80 millones de euros diarios, según reporta el Stockholm International Peace Research Institute, SIPRI. Sin embargo lo que se decide es una operación militar para destruir los barcos que utilizan las mafias traficantes y  aumentar a 9 millones de euros mensuales los fondos  y medios para las operaciones de vigilancia marítima ‘Triton’,  o sea menos de lo que el mundo gasta en armamentos cada tres minutos.

Con toda razón Zeid ha exhortado a los gobiernos de los países de la UE a adoptar “un enfoque más valiente y menos cínico”. (O)

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