Aquella tierra que entre los años 3000 al 2500 AC fue el asentamiento de los cananeos y los filisteos se ha visto tratada muy injustamente por la comunidad de naciones y por las organizaciones de los estados, a través de los tiempos. A quienes habitan en esos lares lejanos, de los que hablan páginas importantes de la historia de la humanidad, del mismo modo que los capítulos de la Biblia milenaria, no se les permite vivir en paz. Esas tierras que desde tiempos antiguos fueron llamadas Palestina y se levantaron en ellas ciudades tan impresionantes como Jerusalén, o pueblos inolvidables como Belén, han sufrido el desdén y la injusticia provenientes de las otras naciones.
En tiempos lejanos, año 2000 AC, los palestinos vieron pasar al pueblo hebreo guiado por Abraham. Siete siglos más tarde llegaron procedentes de Egipto doce tribus hebreas al mando de Moisés. Posteriormente, Palestina fue conquistada por Alejandro Magno, en el 332 AC. En el año 63 AC, Palestina fue incorporada al imperio romano. Años más tarde y después de haber pasado Palestina por varios dominios, al estallar la Primera Guerra Mundial, Inglaterra prometió la independencia de las tierras árabes bajo el gobierno otomano incluyendo Palestina, a cambio de su apoyo contra Turquía, aliado de Alemania.
El 29 de noviembre de 1947, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó el Plan de Partición de Palestina en dos estados, uno árabe y otros judío. El proyecto señalaba para los árabes el 46% del territorio -11.500 km2-, y a los judíos el 54% -14.100 km2-. El Alto Comité Árabe, organismo de la dirigencia árabe-palestina, calificó de “absurdos, impracticables e injustos, tanto el reparto como la propuesta federal”. El 14 de mayo de 1948 expiró el Mandato Británico de Palestina y un día antes los judíos proclamaron la independencia del Estado de Israel. Había nacido oficialmente esa nación.
Actualmente, ante los ojos impasibles del mundo, Israel se ha convertido en el torturador, en el perseguidor de los palestinos, que ahora no pueden vivir en paz en su propia tierra. Mientras por todos lados dentro de la franja de Gaza, los israelitas levantan fuertes y altos muros que hacen más difícil para los palestinos el trasladarse de un lado a otro, maquinaria pesada invade las tierras asignadas a los palestinos en esa misma área mencionada, con gente dispuesta a construir miles de viviendas que serán habitadas por israelitas.
Lo que aconteció poco tiempo atrás en Libia que actualmente es un caos, lo que sucede ahora en Siria, acosada por enemigos armados y por perros de guerra espléndidamente pagados, y lo que parece sucederá en Irán, mientras el mundo se muestra impasible, como si todas esas injusticias, como si todos estos horrores, formaran parte de la vida normal.
¿Se puede comprender el por qué tanta iniquidad? ¿Qué ha pasado con la actitud de los estados a través de los tiempos? ¿Es que quizás atrae a los representantes de las naciones ante las más connotadas organizaciones de los estados, el comportamiento hostil y guerrero de los pueblos, por encima de la sensatez y el diálogo de paz? ¿Y cuál ha sido el comportamiento de los demás países que desde lejos –gracias a los noticieros al instante- pueden dar testimonio del acoso permanente con el que trata un Estado que se cree poderoso a otro que es más débil?