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El Telégrafo
Aníbal Fernando Bonilla

Páginas incandescentes en el ambiente habanero

24 de febrero de 2015

La Feria Internacional del Libro de La Habana (FILH) se desarrolló del 12 al 22 de febrero, en su vigesimacuarta edición, cuyo recinto central fue la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña y el Castillo de los Tres Reyes del Morro, a más de otras subsedes, como el Pabellón Cuba, Centro Dulce María Loynaz, Casa de las Américas, Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), Casa de la Alba cultural, Casa de la Poesía, Centro de Estudios Martianos, entre otras. En este 2015 el país invitado de honor fue la India.

En el macroevento, a más de la difusión, exhibición y comercialización de publicaciones, se estructuró una amplia programación ligada a conversatorios, foros, mesas redondas, presentación de libros, recitales, premiaciones, homenajes, etc. Esta iniciativa tendrá continuidad entre marzo y abril próximos por el resto de las provincias de Cuba. En suma, la FILH ratificó su alto prestigio adquirido desde la década del 80, lapso en el cual ha confirmado su condición de instancia promotora del libro, en donde confluyen lectores, escritores, editores, diseñadores, distribuidores, libreros, con el afán de entrelazar ideas y experiencias en torno al apasionante mundo editorial.

En cartel se anunció la asistencia de creadores e investigadores como: Santiago Gamboa, Mario Goloboff, Hernán Rivera Letelier, Carlo Frabetti, Stella Calloni, Luis Britto García, Daniel Ferreira, José María Reyes Cano, Juan Pablo Villalobos, Marissa Vannini, Laura Antillano, Matías González e ingente cantidad de autores(as) que se sumaron a las actividades previstas por la FILH.

Desde el tintero se expusieron libros de las más variadas ramas: literatura, política, filosofía, economía, artes, ciencias…, para el gusto de todo tipo de públicos. Cabe citar que los sellos editoriales del territorio cubano (Letras Cubanas, Oriente, Arte y Literatura, Cauce, Gente Nueva, El mar y la montaña, Bayamo, Matanzas, Academia, Capitán San Luis, Abril, Ámbar) se expandieron con novecientos títulos dispuestos para su venta.

Es gratificante resaltar que, si bien la FILH está dirigida para la ciudadanía en su conjunto, la niñez y adolescencia se ve favorecida enormemente por la cantidad de oferta editorial existente. Esto supone que desde el Instituto Cubano del Libro y otras entidades estatales hay el loable empeño para que las nuevas generaciones se inserten en el maravilloso hábito a la lectura como mecanismo liberador.

Es impresionante observar la presencia de familias enteras con la finalidad de adquirir las recientes novedades bibliográficas de dentro y fuera de Cuba. Además, hay otros espacios complementarios (lúdicos y de recreación), con lo cual la FILH se convierte en un lugar de sano y valioso encuentro social y cultural.

“Un libro solo adquiere auténtica existencia al ser leído”, sugiere Juan Villoro. La trascendencia de la FILH radica en eso, en dar vida a los libros.

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