El pasado viernes, en un canal de televisión, ex propiedad de un banquero, se presentó el ex presentador estrella de finanzas y economía, de CNN, Alberto Padilla, que anda recorriendo más Latinoamérica -una vez que fue despedido de CNN- pregonando las bondades de un tratado de libre comercio. Y no es mera coincidencia que aparezca en la escena ecuatoriana, cuando cierto grupo de empresarios ecuatorianos hace lo posible y lo imposible para que se firme un tratado de libre comercio con Europa y sueña que algún día firmemos uno con Estados Unidos. Estos emisarios-analistas, pragmáticos, solo piensan en cómo hacer dinero y se han pasado años, a nivel internacional, “enseñando” al empresariado latinoamericano cómo hacer dinero sin tapujos, sin pensar las consecuencias sociales o tener la sensibilidad social necesaria para entender que un país no es una corporación multinacional.
Con el empirismo economicista que impera en estas mentalidades mercantiles, la actividad económica está en ver las oportunidades de lucrar, es decir, cómo especular. Y sorprende que ahora afirme que América Latina es un ejemplo de crecimiento cuando en los últimos 10 años pasó afirmando que Latinoamérica no crecería, peor se desarrollaría, si no fundía su dinámica de mercados a la potencia del Norte; y que el mercado estadounidense era el mercado natural con el cual debería comerciar, principalmente. Entonces que el Ecuador crezca por sobre el cuatro por ciento es insignificante si no firma tratados de libre comercio.
Para este “analista” tener acuerdos con África o Irán es intrascendente, porque se ciñen en pensar en cuánto exportar-importar, dejando de lado todo tipo de cooperación Sur-Sur. De ahí que lamente que el Ecuador deje de endeudarse con el FMI y se endeude con China. De pronto endeudarse con China es más por ideología y que endeudarse con el FMI es “bajo la condición de que manejes responsablemente tus finanzas”: gran lección.
Endeudarse con el FMI es bueno porque nos enseñan a comportarnos económicamente como es debido. Por supuesto, para el “analista”, eso no tiene una carga ideológica. Solo basta recordar cómo nos fue con las cartas de intención que las élites firmaron con el FMI. Este ha sido el mejor instrumento mundial para aplicar una globalización neoliberal. Ayer fue América Latina, ahora la vieja y despolitizada Europa.
Toda relación de endeudamiento tiene una carga ideológica, tanto para el que presta como para quien se endeuda; es así como se han construido a lo largo de la historia, zonas, regiones, hemisferios, alianzas estratégicas, revoluciones, etc. Impresiona el doble discurso sustentado en que en un TLC no hay componentes ideológicos-políticos, pero comerciar, endeudarse y pagar con materias primas los préstamos chinos sí. Ese purismo de mercado no hace más
que ocultar, intencionalmente, el que toda actividad económica es por definición una lucha política.