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El Telégrafo

Otra cosa es con guitarra

30 de noviembre de 2013

Hay un refrán popular que dice: ‘Una cosa es con guitarra y otra cosa con violín’, en referencia a que lo que se enuncia como acción a cumplirse difiere muchas veces de lo que puede realizarse. La sabiduría del pueblo acierta al considerar que lo que se efectiva como práctica, partiendo de la teoría, depende de factores  objetivos sujetos a una serie de imponderables. Al aplicarlo a la gestión política ejercida desde las funciones del Estado, al confrontar los hechos, en no pocas ocasiones las tesis originales deben cambiar. El criterio de la verdad es la práctica, escribió Marx; por ello la praxis significa la unidad dialéctica entre teoría y práctica. Lo opuesto sería que, sobre la base de premisas falsas, se tomaran decisiones que condujeran al fracaso, precisamente por haber invertido el proceso que debería comenzar por el reconocimiento de condiciones y hechos concretos,  los cuales obligan a recorrer caminos heterodoxos.

Fidel dijo que fue un error creer que alguien sabía cómo construir el socialismo. No hay un autor: es aspiración histórica de pueblos y gobiernos.Así, en la escena política encontramos actores que, sin participar en el duro trabajo de gobernar, escriben o declaran, de forma pomposa, que cada paso que se da está equivocado. Casi nunca señalan el camino ‘acertado’, pero son pródigos en críticas, muchas veces fruto de una actitud vanidosa. Su pensamiento original parecería ser: ‘Si yo no dirijo lo que se hace, todo está mal’. Hay una buena dosis de petulancia y orgullo herido en quienes, sin participar en nada, se sitúan como árbitros implacables, discerniendo sobre lo bueno y lo malo que hacen otros. Los principios ideológicos se dejan de lado y, en forma voluntaria o no, terminan como aliados de los enemigos de las transformaciones que con enorme esfuerzo se llevan a cabo.

La reacción acoge de inmediato sus críticas y refuerza su oposición con ellas. Tal es el caso de los pronunciamientos de Heinz Dieterich, a quien conocimos en sus visitas a Ecuador, cuando compartíamos principios acerca del presente y futuro de América Latina. Hoy es uno de los más enconados detractores del presidente Nicolás Maduro, de cuyo gobierno ha vaticinado, incluso, el fin, al tiempo que se refiere al mandatario en duros y peyorativos términos que podrían ser suscritos por el mismo Capriles. Omite la complejidad del proceso venezolano, en él está jugándose no solo su destino sino el de la región.

Fidel dijo que fue un error creer que alguien sabía cómo construir el socialismo. No existe un autor: es aspiración histórica de pueblos y gobiernos, que entre aciertos y errores luchan por erigirlo.

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