Los enemigos de la llamada “responsabilidad ulterior” o posteriormente a la posibilidad de que escribidores o comentaristas en medios de comunicación cometan el delito de manchar la honra ajena, ya no encuentran argumentos para tratar de escamotear la ley que permita a las víctimas reivindicar su honor hecho pedazos.
Comienzan por la gran falacia de afirmar que si usan un término que dañe la honra de un cristiano, se trata de una simple “opinión” que está garantizada constitucionalmente como parte de sus derechos a ejercer la libertad de opinión, sobre la base de la libertad de prensa.
Con esa falacia perversa sostienen que al admitir el valor del derecho a la honra como equivalente al derecho de emitir opiniones, se estaría forjando una “censura previa”, aunque esas opiniones fueran ofensivas y calumniosas.
Y concluyen poniendo en falsa controversia y antagonismo el derecho a opinar versus el derecho a la honra, como que no pudieran subsistir ambos derechos simultáneamente, sin lesión para el que quiere opinar con entera libertad y precaviendo que la persona sobre la cual se opina no sea víctima de una ofensa.
Algunos de los autotitulados “analistas políticos”, que no son ni lo uno ni lo otro, o que si son, se despistan por esa carga de odio enfermizo que los intoxica y obnubila, se han dedicado a sostener que el derecho a opinar está por encima del derecho a la honra.
Es probable que ellos carezcan de honra para defenderla, pero la mayoría de los ecuatorianos estaremos pensando de otra manera.
Hasta hoy Palacios y sus cómplices y encubridores no admiten siquiera que mintieron para calumniar a Correa, sin asumir su responsabilidad ulterior.
Como sucede con el tema de las prohibición de entrevistas a los candidatos en los 45 días de campaña electoral: Se olvidan de lo que pasó cuando Ecuavisa echó del canal a Carlos Vera por dedicarse a entrevistar un montón de veces al candidato a la Alcaldía de Guayaquil, Nebot, que era su jefe predilecto, mientras se negaba a cumplir la orden del dueño del medio para que entreviste, aunque sea una vececita, a la opositora, María de los Ángeles Duarte.
Esa nueva disposición legal elimina la posibilidad de que un medio parcializado tenga candidatos propios y manipulen politiqueramente la posibilidad de favorecer a unos en detrimento de otros.
Como sucede en la vida rutinaria, cuando los medios parcializados entrevistan a los bonitos de un solo lado, como que si los otros fueran apanados.
¡Ya basta de tanto libertinaje!