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El Telégrafo
Ilitch Verduga Vélez

Operación ‘Peter Pan’

26 de diciembre de 2014

La reanudación de las relaciones diplomáticas entre Cuba y EE.UU. y la liberación de los héroes antiterroristas cubanos, hechos  cubiertos por los medios impresos y radiotelevisivos en todo el orbe, como noticia muy destacada, y que continuará con seguridad tratándosela en el año siguiente, con igual importancia, fue recibida con satisfacción y regocijo por la comunidad internacional. Y es que el tema de la Revolución Cubana y de sus proezas frente a las agresiones de la gran potencia militar del Norte ha conmovido a generaciones en más de media centuria en los dos hemisferios.

Concitando el interés del mundo en una pequeña isla del Caribe que no solo resiste, vive y construye progreso, a 90 millas de un imperio de los mayores edificados en la historia humana, sino que es capaz de entregar ayuda generosa a otros pueblos de todo el planeta, en educación, salud, arte y hasta las vidas de sus ciudadanos luchando contra antiguos y modernos colonialismos, como sucedió en Angola, reeditando la epopeya de nuestros libertadores.

Sin embargo, en estos momentos de alegría, es válido recordar, por lo menos una de las infames campañas contra la población cubana, emprendida aparentemente por la CIA  y algunos jerarcas de la Iglesia católica y coordinada por estamentos del Gobierno estadounidense. Esta operación, signada ‘La Tierra del Nunca Jamás’ por sus mentores, estaba concebida para enviar  14.000 niños cubanos a Estados Unidos, dada la angustia creada en padres sustancialmente de clase media, por la artera publicidad mediática, de que sus hijos adoctrinados serían enviados a Rusia.

Esgrimieron como arma de convencimiento una inexistente ley de pérdida de la patria potestad y las noticias falaces de emisoras de radio clandestinas que decían: ‘Madres cubanas, no dejen que el Gobierno les quite a sus hijos, se los arrebatarán a ustedes cuando cumplan 5 años y los retendrán hasta que tengan 18’. El 26 de diciembre de 1960 se iniciaron los viajes de Pan Am desde La Habana a Miami, llevando menores que iban desde los 4 a los 14 años, en la certeza dada a sus progenitores que se les unirían en la Florida en pocas semanas. El cierre de los vuelos hacia Cuba ordenado por las autoridades yanquis frenó el deseo de reunificación de los grupos familiares de la isla. Era 1961 y se preparaba la invasión de Playa Girón. El efecto dramático del cese del puente aéreo en las familias fue devastador, muchos de ellos solo pudieron reunirse con sus seres queridos después de lustros y décadas; otros no lo lograron, murieron en el intento.

La tragedia de la falacia migratoria tuvo su punto álgido cuando cerca de mil niños ‘varados’ en el enclave de Miami fueron dados a familias u orfanatos para su adopción. La pérdida de la patria potestad no existía en Cuba, empero, se lo hizo con los Peter Pan en la ‘tierra de las libertades’. La mayoría de las criaturas de ese éxodo indigno y que hoy peinan canas desarrollaron una vida anodina, atrapados en una cultura extraña.

La maestra María Torres, víctima de esa confabulación propagandística, lo denunció. He conocido algunos Peter Pan en su ostracismo espiritual y a otros pocos en el anca del sistema, como el congresista  Martínez, el alcalde de Miami Regalado, el cantante Chirino y su esposa Lissette, que son acervos críticos de sus compatriotas en Cuba. No obstante, no podrán olvidar aquel tiempo perdido del amor filial, que no se lo recuperará jamás.

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