Publicidad

Ecuador, 01 de Octubre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Fander Falconí

“Ola sola o ser profundo”

13 de agosto de 2014

El mar es, en sí mismo, vida y alberga la vida como tal. Si la humanidad no existiera, el mar continuaría siendo el mismo y no necesitaría el reconocimiento del ‘valor’ que le asignan los humanos.

Con la presencia de la humanidad sobre la Tierra, el mar se convirtió en una fuente para dotarse de alimentos o como ruta acuática para el comercio; y más tarde, como generador de energía y proveedor de minerales. Los océanos -al igual que los bosques- absorben parte del dióxido de carbono que produce la economía humana, y contribuyen a un equilibrio, cada vez más inestable, del planeta.

Las naciones con acceso al mar lo han aprovechado. La codicia de los imperios ha traído guerras y traiciones a los países con mucho océano y pocas defensas.

La vida empezó en el mar y luego subió a las montañas. En lo que hoy es Ecuador, la primera población agroalfarera (Valdivia) se asentó junto al mar, hace unos 5.000 años. La más antigua cerámica  conocida en nuestro país nació en la más nueva provincia ecuatoriana, Santa Elena.

El mar es el sustento diario de miles de pescadores artesanales que extraen todo tipo de especies marinas (lenguados, corvinas, dorados, picudos, sardinas, chernas, jureles, langostas, pulpos, caracoles) y spondylus, que es un ícono para nosotros, pues su concha fue utilizada por muchos pueblos precolombinos costeros del Pacífico como objeto sagrado, e incluso  como una especie de moneda, de acuerdo con los estudios arqueológicos.

En lugares como la comuna de Ayangue, muy cerca de Valdivia, aún existen buceadores ‘a pulmón’ que extraen peces y crustáceos de las rocas marinas, como lo hicieron sus antepasados. Uno de ellos fue Justo Vicente Pozo Yagual. Con su sentido deceso termina la época de los fantásticos buceadores, que se sumergían hasta 15 metros para extraer variados peces para su sustento. Eran otros tiempos. Ahora los trajes de neopreno y los tanques de oxígeno son usuales. Hoy en día la contaminación de las aguas, la irresponsabilidad en el tratamiento de aguas servidas por parte de ciertos municipios y la pesca indiscriminada están provocando la paulatina extinción del spondylus, al igual que de otras especies.

Desde hace milenios, en el aspecto lúdico, los pueblos de la mayor parte del mundo han disfrutado y continúan beneficiándose del agua del mar y de sus playas, pues allí descubrieron sus maravillas y la posibilidad de convertirlos en un escenario de esparcimiento y salud.

No es casual que haya sido evocado de manera constante por los poetas. Pablo Neruda escribió alguna vez: “Necesito el mar porque me enseña, no sé si aprendo música o conciencia, no sé si es ola sola o ser profundo o solo ronca voz o deslumbrante suposición de peces y navíos”. Si amamos al mar, con seguridad lo protegeremos.

Contenido externo patrocinado