“…Oh Capitán, mi Capitán/ levántate y escucha las campanas/levántate, por ti se ha izado la bandera, por ti vibra el clarín/por ti ramilletes y guirnaldas con cintas/ para ti multitudes en las playas/ por ti clama la muchedumbre/…”(-) “Debe ser un sueño que yazgas sobre el puente/ derribado, frío y muerto./ Mi capitán no contesta/ sus labios están pálidos y no se mueven”. (-) “La victoriosa nave entra en el puerto/ Mas yo, con tristes pasos/ recorro el puente donde mi capitán yace/frío y muerto”. La elegía de Walt Whitman a la muerte de Lincoln, cobra vigencia ante el venezolano gigante, vencido tras heroica batalla.
Ha fallecido el Comandante Hugo Chávez Frías y su trascendencia es visible a nivel mundial. Lo lloran los pueblos, aunque algunos dirigentes manifiesten falta de nobleza en sus declaraciones, como en los casos de Canadá o Estados Unidos, o en diarios españoles que mantienen sus mentiras, demostrando, además, su incomprensión frente al proceso histórico que vive Sudamérica.
En estos momentos cabe hacer hincapié en la herencia que nos deja ese joven nacido en Barinas, que quiso ser beisbolista. Ante el dolor que vio en su pueblo, resolvió dedicar su vida a tratar de remediar las injusticias e infamias que se cometían. Los humildes de ciudades y campos de la tierra de Bolívar, se reconocieron en Chávez y por eso lo acompañaron en estos años en los que encabezó el proceso de regeneración de su patria y fue más lejos, al comprender que, como lo proclamó El Libertador, solo la unión con los demás pueblos latinoamericanos daría reconocimiento a la región ante el mundo.
Nadie tan solidario ni generoso como él: atendió la pobreza de quienes no tenían el preciado petróleo, y lo entregó a precios preferentes a países centroamericanos y del Caribe y aún a pobladores de Estados Unidos. Estrechó lazos con África y Asia y no tembló ante las amenazas por su posición internacional soberanista. Los nexos establecidos en UNASUR, CELAC, ALBA, están asociados a su nombre.
Pese a los asertos reaccionarios, Venezuela es ahora un país libre de analfabetos, en amplio avance hacia la cultura en sus múltiples manifestaciones; las misiones de educación, vivienda, salud, han penetrado en el país profundo, cambiando con la colaboración cubana, su realidad de miseria y atraso. Sobre Nicolás Maduro recae la tarea de continuar la gran obra.
Chávez nos pide, con Machado: “Hacedme un duelo de labores y esperanzas; yunques sonad, enmudeced campanas”.