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El Telégrafo

Ofertas, dádivas y regalos por votos

16 de noviembre de 2013

La caridad es un sentimiento compasivo hacia los que padecen infortunio. Es obligación de un gobernante mejorar las condiciones de vida de los ecuatorianos, y de preferencia promover inversiones en el ser humano para garantizar la igualdad y la equidad, tal como lo hace el régimen de la Revolución Ciudadana, mediante programas de salud, educación y vivienda dedicados a los grupos de atención prioritaria. La gestión es permanente hasta cubrir metas, y no aprovechar los períodos electorales para cazar votos con ofertas baratas, dádivas y regalos.

Un fracasado candidato presidencial, acostumbrado a repartir obsequios a cambio de sufragios, hoy en ostracismo, ha dejado en la orfandad a sus seguidores, sin recursos para participar en la próxima lid electoral. El partido regalón, sin norte y con su dirigente en la lejanía, se estremece en trance a desaparecer del escenario político nacional.

En algo se benefician los sectores olvidados de la ciudad en cada campaña de los votos. Por ejemplo, apuradamente, unos cuantos trabajadores municipales contratados se han dedicado a limpiar los “aparentes” parques de los barrios del sur. Cortan maleza, pintan bordillos y los bancos de madera deteriorados por el tiempo. Eso es todo, la obra ha terminado. De otro lado, los comerciantes informales laboran sin contratiempo y sin riesgo de perder sus mercaderías. Los metropolitanos están entregados a otras tareas, hasta después de la justa electoral de febrero. Es evidente que el burgomaestre siente a su rival y busca con anticipación adherentes para su reelección. No le interesa premiar a la excelencia académica ni cubrir vacíos en el proceso educativo, lo importante es asegurar votos de los nuevos bachilleres. Se explica su apresurada decisión por entregar 25 mil tablets a los egresados de los colegios, aptos para ejercer el derecho al sufragio. Ya se acerca la Navidad y es posible que se organice otro banquete del bulevar a manera de agasajo a los ancianos para atraer atención y publicidad. Se olvidan los promotores que el gobierno de la Revolución Ciudadana avanza con su programa social de acabar con la mendicidad o limosna pública.

El buen gobernante se destaca por su disposición permanente de hacer el bien, sin discrimen y sin esperar recompensa. Guayaquil se ha recuperado en lo material con el aporte de la comunidad y del Gobierno, pero lamentablemente se han olvidado del sector marginal, donde sus habitantes solo viven de la esperanza. Un lector de EL TELÉGRAFO recordaba un informe del presidente Correa en el que insistía en la estructuración de una superintendencia para los GAD, “para evitar que se prioricen fuentes de agua de colores donde no hay servicios de agua potable para toda la población, a lo que se agregará también la acción y participación de la ciudadanía para garantizar bienes superiores, como la comunicación, el agua; y para vigilar que no se persiga a emprendedores informales, sino que se los apoye e incluya en esquemas integrados socioproductivos, complementarios, recíprocos, solidarios y cooperativos”.

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