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El Telégrafo

“Odio a ‘Mou’, por cobarde”

14 de septiembre de 2012

Así de claro y rotundo es Viggo Mortensen, el mejor actor argentino de todos los tiempos. El Maradona de la actuación. Sí, porque -además- Viggo es un gran apasionado por el fútbol. Hincha a muerte de San Lorenzo de Almagro, tanto que hasta, en un fin de semana, se arma un viaje de Europa a Buenos Aires solo para ver jugar a su equipo favorito. “En España, soy hincha de Real Madrid, pero odio a Mourinho. En Austin Power está el mini-yo.

Bueno, para mí, Caruso es el mini-Mourinho, tienen el mismo planteamiento cobarde. Tienen un equipo para jugar y no lo hacen”, dice Mortensen. Y es cierto, si no basta recordar aquella final de la Champions League dirigiendo al Inter de Milán que, con semejante equipo de estrellas (contra el Bayern Múnich), jugó tan feo y apelando al contragolpe; Milito acertó y ganó el título. Pero jugando a destruir, encerrado en su campo, una vergüenza. “Sin riesgo, no hay gloria. Hay que ir para adelante. Y, como hincha, eso es lo que opino y lo digo”, asegura honestamente Viggo.

¿Pero a qué viene todo esto? Pues a que lo recordé mirando el partido que Ecuador ganó, con penal regalado, a Bolivia. Jugamos mal y feo; sin convicción y sin ideas, lo que me produjo indignación. No importa que se ganaran los 3 puntos. No se jugó a nada. Y por eso odié a Rueda. Un entrenador sin cartel, baratito. Contratado más por la tacañería y pacatería de Luchito Chiriboga, que por méritos. Y lo odié porque en fútbol se trata de crear, de hilar, de agradar. Por eso el fútbol es el mayor espectáculo del mundo.   

Y quizá lo único destacado fue que se logró, al fin, ordenar la presencia de los aficionados en el estadio Atahualpa. Un éxito, lo cual refleja que sí es posible, en nuestro Ecuador, dar saltos fundamentales para garantizar la seguridad y comodidad de los aficionados. Y se logró a pesar de la oposición y enfado de Luchito y su séquito. Pocos días antes, enojadísimo, Luchito reclamó y se mofó de que se amplíe el espacio de las gradas de 40 cm a 45 cm (lo que provocó la disminución del número de entradas).

Seguro que Luchito, con su barriga cada vez más grande, no entra en los 40 cm. Asientos numerados e ingreso ordenado, como corresponde. El excelente resultado acalló a todos los de la Federación y de AFNA, esa institución tan anacrónica. Y será necesario continuar con la propuesta, ahora el reto es eliminar esas mallas metálicas que han convertido al estadio en una enorme jaula.

El partido con Uruguay, en cambio, ocultó todo lo mal que se jugó con Bolivia, sobre todo porque más rápido que tarde pagamos con la misma moneda el penal que nos regalaron con Bolivia. Así es el fútbol. De un partido a otro se produce la revancha o se pasa de héroe a villano. Por eso, hasta el propio Antonio Valencia, habitualmente tímido y ecuánime, explotó con un sonoro “este árbitro es un payaso”. Así, “Mou” es un cobarde y Amarilla un payaso. Con el perdón del gremio de la risa, claro.

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