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El Telégrafo

Obispos del agua

26 de marzo de 2013

Durante las revesas, cuando el río decide ignorar la salida al mar y se mantienen las crecidas de la temporada de lluvias, se observa como partes de un gran mosaico esparcido en la superficie del agua islas de plantas de color verde intenso flotando de las cuales se destacan las flores de hermosos colores obispales. Estas plantas, al parecer inofensivas, se constituyen en enemigos casi invencibles de los embalses en los trópicos.

En represas de nuestros medio se ha observado multiplicarse esta planta con tal intensidad que de cubrir 800 hectáreas de superficie del embalse pasan en dos años a 10.000 hectáreas.

Entre los problemas importantes originados por la proliferación de estas plantas en los embalses de los trópicos húmedos (región del planeta donde se localiza nuestro país) está la eutrofización de las aguas de los embalses por la concentración de materia orgánica originada en la descomposición de la excesiva concentración de los desechos de las plantas acuáticas y algas que recubren la superficie del agua, impidiendo el paso de la luz solar a los niveles inferiores del embalse y manteniendo la temperatura de los estratos superficiales sobre los 20°C., casi todo el año inmovilizando la columna de agua, consumiendo la vegetación el oxígeno de las capas superficiales y aumentando el grado de la eutrofización por la putrefacción de la biomasa.

Este fenómeno en los lagos de las zonas septentrionales no reviste el peligro que significa en los trópicos, por que las diferencias extremas de temperatura estacional durante el año entre el invierno y verano permiten por diferencia de densidad el vuelco mezclando las aguas superficiales con las profundas facilitando su oxigenación, manteniendo de esta forma el agua en buenas condiciones para sus diferentes usos.      

Las consecuencias perjudiciales en las poblaciones de las áreas de influencia de las represas van desde la contaminación atmosférica hasta la proliferación de vectores de enfermedades con la consiguiente disminución de la calidad de vida, limitación de actividades como la pesca y obstrucción de la navegación. Las poblaciones agredidas esperan con entusiasmo los anuncios de la limpieza de los embalses, pero esta no es la solución que solamente se puede obtener mediante un programa permanente de manejo organizando y comprometiendo a toda la población afectada debidamente remunerada para realizar el trabajo bajo una dirección técnica eficiente y experimentada.

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