Ahora quieren entrar militarmente en Siria, viejo anhelo estadounidense para terminar de militarizar a su manera el Medio Oriente. Negocio de petróleo y apoyo a los socios israelíes, una buena amalgama. A cargo del sufrimiento del pueblo sirio, que si bien reconoce a un gobierno autoritario en Assad, sabe también de una “ingenua” resistencia provista de misiles y cohetes por los gobiernos occidentales, que han infiltrado definidamente las filas civiles locales.
Esto mientras Estados Unidos avergüenza al mundo civilizado manteniendo el espionaje ilegal en todo el planeta, e incluso ratificando esta semana pasada -“legalmente”- que el espionaje va a continuar por decisión gubernamental, obviamente compartida por la oposición conservadora y ultramontana de aquel país.
Nada menos. En vez de buscar legitimidad y prestigio, solo se muestra prepotencia y apelación a la fuerza. Mientras tanto, en Estados Unidos vuelven las protestas étnicas por el asesinato de un joven negro a manos de la Policía, sin que haya habido castigo alguno para el responsable.
Menos mal que alguien de etnias negras gobierna el país del norte, ¿verdad? Muchos nos ilusionamos -siquiera modestamente- con la asunción de Obama; era un dirigente que había luchado por los derechos civiles en su país. Hoy, nada de eso reluce. No cerró Guantánamo, la ley de inmigración sigue sin resolverse, los programas mundiales de espionaje y actividades ilegales encubiertas son ratificados ante los ojos atónitos del mundo. ¿Qué le pasa a Obama? ¿Sufre una singular amnesia respecto de quiénes fueron sus votantes y cuál fue su plataforma?
Es cierto: en todo caso, los latinoamericanos no lo votamos ni lo quisimos, y él no tiene jurisdicción legal sobre nosotros. Pero a su manera la tiene, bien lo vemos. La falta de respeto a Latinoamérica, afrentosa y arrogante en el caso de Evo Morales, se combina a nivel doméstico con otros sucesos con personas de raza negra aparecidas muertas en Ohio, luego del primer caso antes descrito.
Estados Unidos tiene la opción de ser un país respetado por los demás, si a su vez él muestra respeto y consideración hacia los mismos. Eso no está ocurriendo para nada, mientras volvemos a los tiempos del Gran Garrote. Lo cual sucede por vía de un Obama que ni en su propio país sabe recitar otro libreto, abriendo paso a luchas raciales negras, justo cuando un negro está sentado en el sillón presidencial.