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El Telégrafo

“(…) o el asilo contra la opresión…”

13 de julio de 2013

En días pasados, cuatro países europeos negaron su espacio aéreo para que el avión que conducía al presidente de Bolivia, Evo Morales, pudiera reabastecerse de combustible en alguno de sus aeropuertos. La medida fue comunicada después de que, previamente, la ruta de vuelo fuera informada y autorizada, lo que condujo a que la aeronave tuviera que realizar 3 horas de sobrevuelo y, finalmente, cambiar su rumbo y hacer un aterrizaje de emergencia en Austria.

Múltiples condenas a nivel mundial ha recibido la insólita actitud de quienes, por los históricos lazos mantenidos, estaban llamados a respetar al mandatario boliviano. Incluso la OEA, habitualmente reacia a tomar posiciones enérgicas, en esta ocasión acogió el clamor expresado por los representantes del continente, con las excepciones -esperadas- de EE.UU. y Canadá. La prensa de la región se ha manifestado, en general, en términos condenatorios a esta grave ofensa que, en el presente caso, asume un inconfundible carácter racista, además de haber puesto en peligro la vida de Morales y su comitiva.

Desde los tiempos griegos, el asilo permitió, en no pocas ocasiones, salvar la vida de perseguidos por sus ideas o accionesLa causa de tal agravio fue la “sospecha” de que en el vuelo viajara  el ciudadano norteamericano Snowden, que en ese momento estaba en un aeropuerto de Moscú, procedente de Hong Kong, al amparo de una visa otorgada por un cónsul ecuatoriano. Ante la solicitud-orden del Gobierno norteamericano de que fuera extraditado, el joven técnico, que ha confirmado la existencia de una siniestra trama de espionaje mundial, solicitó asilo a por lo menos 20 países. Los europeos se lo negaron de inmediato y otros, atemorizados, también. Frente a aquello, varios de Latinoamérica han abierto sus puertas, dispuestos a acogerlo.

Desde los tiempos griegos -de donde proviene la palabra- el asilo permitió, en no pocas ocasiones, salvar la vida de perseguidos por sus ideas o acciones. Durante la Edad Media, la Iglesia practicó continuamente esa protección. En América Latina, el Derecho de Asilo, que consta en el Art. 14 de la Declaración de Derechos Humanos, fue reglamentado por el Tratado de Derecho Penal Internacional de Montevideo de 1889, por la Convención Panamericana de La Habana de 1928 y el Tratado de Montevideo de 1941.

Nuestra América -en la visión martiana- se honra a sí misma al cumplir, como lo hizo Colombia en 1949 con Haya de la Torre, con esa antigua tradición y puede hacer suyas las líneas del Himno de Chile:  “…Que la tumba será de los libres/ o el asilo contra la opresión…”.

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