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El Telégrafo

Nuevos prófugos de la justicia

25 de septiembre de 2013

Ya tenemos a otro prófugo de la justicia escondido en Panamá, escandalizando con toda la fuerza de la oposición mediática al declararse perseguido político, pese a haber sido condenado a reclusión mayor de 10 años por su complicidad probada en el triple crimen de Quinsaloma. Queremos referirnos a otra prófuga, igual de cínica y descarada, la gigante petrolera transnacional Chevron, antes Texaco, que fue sentenciada a pagar 19 mil millones de dólares a las víctimas de la mayor contaminación de la naturaleza de que tiene memoria el planeta, para ser destinados a tareas de remediación de la Pachamama y de la quebrantada salud de los habitantes de la Amazonía.

La mano sucia de Chevron busca quedar en la impunidad, pese a la condena pronunciada legalmente por la justicia de Ecuador.

Con toda la prepotencia se niega a cumplir y más bien se ha dedicado a desacreditar a nuestro país con una campaña mentirosa que debemos desvirtuar. Es la famosa “inversión extranjera” de la que se ufanaba la partidocracia corrupta, sirviente incondicional de la transnacional. No otra cosa significa que el gobierno de Lucio le haya facilitado las instalaciones militares en el Oriente para que se defienda cómodamente del juicio planteado por los habitantes de la zona del desastre petrolero.

Pero hay más. Vladimiro Álvarez, hombre fuerte en los gobiernos democratapopulares de Hurtado y Jamil, de funesta recordación, consta como “experto designado” en el “Registro de Privilegios” de Chevron.

Es el mismo que escribe en la prensa “libre e independiente” desde los predios de la rabiosa oposición para darnos lecciones de moral y patriotismo, tentado por odio a camuflar el verde cochambroso de los hijos DP entre los ecologistas infantiles para fastidiar al Gobierno. Mas el hecho de que el mashi Rafael haya denunciado la mano sucia de Chevron para desenmascarar el crimen de lesa humanidad cometido por la hija predilecta del imperialismo saqueador, nada tiene que ver con la necesidad de explotar nuestros recursos naturales con todas las precauciones ambientales para mitigar y remediar cualquier daño a la naturaleza, por mínimo que sea.

La preferente opción en favor de los más pobres exige del Gobierno la toma de decisiones históricas, que nos permitan la construcción del Buen Vivir para todos. Eso es lo racional, lo revolucionario. Es lo cristiano.

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