Publicidad

Ecuador, 27 de Septiembre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo

¿Nueva pedagogía política?

09 de junio de 2013

Ante cierto descalabro político, matizado por una inexplicable necesidad de opacar todo desarrollo progresista, algunos académicos ahora proponen olvidarnos del pensamiento y concentrarnos en producir, ganar plata y mejorar solo la economía personal y familiar.

Y son esos académicos los primeros golpeados por el balance hecho, desde su condición de pensador, por Alberto Acosta sobre su participación en la última elección presidencial.

Al reconocer que fueron “incapaces de hacer una lectura adecuada del momento que vivíamos, lo que se reflejó en una importante dosis de voluntarismo”, y que no pudieron sintonizarse “con los sectores populares, beneficiarios de algunas políticas sociales y de la obra pública del régimen”, el mismo Acosta coloca el debate (quizá sin quererlo) en la misma dimensión de la crítica que han recibido las izquierdas desde el Gobierno, el presidente Rafael Correa y el Movimiento PAIS.

¿Por qué? Por las mismas razones que explica Acosta: “no conseguimos presentarnos como una alternativa con una clara y visible vocación de poder”. Y esa, quizá, ha sido siempre la causa de que cierta izquierda pierda todas las elecciones, magnifique sus postulados sin conexión con la política real, derroche epítetos contra todos los demás y no sea capaz de autovalorarse y cuestionarse para saldar sus deudas con la historia.

De hecho, como lo asume Acosta, al no contar con “una pedagogía movilizadora, organizativa y aglutinadora” reconoce que del candidato ganador sí hubo esa condición y que fue esa la que asimiló Correa y su movimiento como una de sus posibles carencias en las anteriores elecciones.

Por lo mismo vale recordar que el Ecuador no es el mismo de hace siete años y la dinámica política del país no puede configurarse ni desarrollarse desde el “purismo” y con las mismas estrategias “contestatarias”. La vocación de poder de la que habla Acosta no puede sustentar argumentos contra el poder por el poder ni mucho menos demonizarlo porque no estén en él quienes aspiran a tomar sus riendas políticas y económicas sin “mojarse el poncho”.

Aquellas fuerzas políticas que construyen una corriente a favor de los cambios, en la práctica y con el ejercicio del poder (responsable y complejo) han colocado los pilares de un paradigma movilizador (el Buen Vivir) y sobre esa base desatan varios procesos, que la Izquierda Plurinacional no capta. Y esa misma izquierda parecería que se coloca en otro momento y desde ahí programa todo. ¿Su pedagogía ha sido cuestionarlo todo para dejar todo como está? ¿Entonces, tiene Acosta razón cuando a sus propios compañeros los reta por su extremo voluntarismo y en la práctica los compara con los “tecnócratas” del Gobierno que sí hacen bien sus tareas bajo un liderazgo político y técnico operativo eficiente?

La pedagogía política que se ha desatado en este país hace que todas las expresiones del pensamiento y hasta de la creación impulsen otras dinámicas culturales y sociales para mejorar la vida de los ecuatorianos. No se trata solo de oponerse sobre la base de resentimientos o purismos inconsistentes.

De ahí que, incluso, hacer literatura, cine, música o ensayo, en esta época y en este país no solo implica cuestionar el poder, como algunos “izquierdosos” pretenden y como esbozan los “pensadores” liberales y comprometidos con la causa del mercado. Es verdad, el Ecuador entero quiere vivir mejor y la literatura y la pedagogía política ayudan en ello proponiendo “un discurso honesto y positivo” para modificar la historia del mundo, como dice Michel Houellebecq. Y también la política consecuente, de principios para una acción concreta, con una estrategia de poder sin recelo de asumirlo para cambiar la historia.

Contenido externo patrocinado