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El Telégrafo
Guido Calderón

Nueva matriz turística

16 de marzo de 2014

Nuevos alcaldes y prefectos electos ya se encuentran armando equipos de trabajo para asumir la posta en los respectivos gobiernos seccionales, honrar los compromisos adquiridos en cuanto a cuotas de poder y cumplir la ofertas de campaña, unas coherentes y muchas disparatadas.

Debemos superar los alcaldes de aceras y bordillos, muchos manejan la filosofía que para no ser criticado es mejor no hacer nada y como hay dinero que gastar, encontramos partes del Ecuador donde no hay ni gente ni caminos, pero sí hermosas veredas adoquinadas. Hacer cosas nuevas exige estudios, toma de decisiones, implementación, evaluación, socialización y defensa de opositores a ultranza.

En muchas ciudades se viven nuevas elecciones, con todo el fragor de una campaña en la cual el pueblo es un simple oyente, en tanto grupos rivales ya presentan batalla por las vicealcaldías, las mayorías se hacen y deshacen acorde a negociaciones muy secretas cuyo resultado se verá el día de la posesión del nuevo alcalde.

En tanto el show crece, el turismo que fue en una gran mayoría de ciudades y provincias el principal caballo de batalla electoral, se va reduciendo al nombramiento del nuevo jefe departamental, en vez de elaborar los planes estratégicos de desarrollo de turismo sostenible, que significan definir las fortalezas de ciudades y provincias, que les permita generar atractivos y servicios turísticos, que convoquen visitantes y generen beneficios a todos los actores sociales y económicos, rebasando el limitado concepto de turismo igual hoteles, restaurantes y operadoras, marginando a comerciantes, industriales, artesanos y campesinos.

Procesar artesanalmente la producción agrícola ganadera es el primer paso para darle identidad a toda propuesta turística y ello implica capacitación y encontrar nuevas formas de comercialización, como vincular a campesinos con poca producción, como abastecedores de hoteles pequeños y medianos, con lácteos, embutidos, granos y hortalizas preprocesadas. En vez de que el hotelero pague a sus empleados por desgranar choclos, sacrificando el tiempo para atención al cliente, es el campesino el que debe ganar el dinero que implica limpiar, cocinar y envasar, apoyando la rapidez en el servicio y mejorando el tratamiento de los alimentos, a la vez que su economía familiar.

No podemos seguir comprando baratijas chinas en lujosas vitrinas de cristal y alimentos en el suelo enlodado, debemos convertir al procesamiento de alimentos en la primera fortaleza e identidad de cada región.

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