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El Telégrafo

Nuestra Señora de Guadalupe

03 de octubre de 2012

La acogida en la basílica de Quito de Nuestra Señora de Guadalupe nos valió varios comentarios sobre las prácticas devocionales. Notaremos también que su apelación completa y correcta es “Nuestra Señora de Guadalupe” porque, lo que no es tan común, aparece embarazada. Puntualicemos también algunas características más.

A partir del 12 de diciembre el año 1531 aparece varias veces en México mientras Hernán Cortés completaba su dominación del imperio azteca. Se deja ver, sencilla y cariñosa, a un campesino indígena de nombre Juan Diego, en un cerro del campo, Tepeyac, donde se veneraba a una divinidad azteca. El mensaje a Juan Diego llama la atención: “Juanito, Juanito, ¡eres digno y mereces respeto!”, porque en esos tiempos teólogos españoles discutían sobre si los indígenas tenían alma…

Nuestra Señora de Guadalupe asume los símbolos de la cultura y religión indígenas: el Sol la envuelve, tiene la Luna bajo sus pies y su manto está lleno de estrellas; los colores de su vestimenta son rojizo y azul, típicamente indígenas. Se comunica con Juan Diego, no en castellano, sino en náhuatl, anunciando que va a “escuchar los ruegos y lamentos” de sus hermanos de raza, mientras se imponía el idioma de los invasores y se cambiaba los nombres y apellidos de los pueblos sometidos.

En sus visitas a Juan Diego, Nuestra Señora de Guadalupe aparece no con la piel blanca de colonizador, sino de tez morena, alistándose para entregarnos un hijo también… moreno. Para que quede constancia de estas novedades, la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe quedó impresa sobre el poncho de Juan Diego: esta estampa se conserva hasta nuestros días en el cerro de Tepeyac.

Como en ninguna otra de sus apariciones, es admirable su semejanza con la mujer del Apocalipsis donde es descrita “vestida del Sol, con la Luna bajo los pies y una corona de 12 estrellas” también “embarazada y que grita de dolor de parto” y de susto porque el dragón quiere “devorar al niño en cuanto nazca”.

Nuestra Señora de Guadalupe nos invita a recuperar nuestras raíces indígenas con sus costumbres  y valores religiosos. Quiere también que nazca de un continente con dolores de parto un Cristo moreno, amigo y liberador de los pobres, en particular de los indígenas. Quiere que, desde esta identidad morena, recuperemos nuestra dignidad pisoteada desde 5 siglos de invasión y demos a luz una civilización del Bien Vivir y Convivir con todas y todos, con la naturaleza y con el Dios de los múltiples nombres.

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