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El Telégrafo

No toquen el Yasuní

01 de septiembre de 2013

En la guardería de mi hermanita están pintadas jirafas, elefantes y el ratón Mickey; no sabe cuáles son los animales amazónicos del país y en mi escuela jugamos en medio de basura, no nos enseñan ecología y los baños siempre están sucios, pero me dicen que debo exigir que no toquen el Yasuní.

En mi casa no clasificamos la basura, mi familia sabe que el aceite usado del auto va al alcantarillado y de ahí al río donde cada litro de aceite contamina cien mil litros de agua; cuando vamos de paseo lanzamos la basura por la ventana, pero, por favor, no toquen el Yasuní.

En mi colegio no recogemos la basura, no limpiamos las paredes, no usamos productos reciclados, todos los días vemos camiones con madera talada de nuestros bosques andinos, sabemos que los alcantarillados de la mayoría de ciudades de Ecuador contaminan nuestros ríos, pero exigimos que no toquen el Yasuní.

En mi universidad protestamos con grafitis hechos con esprays que destruyen la capa de ozono y provocan el efecto invernadero, no reusamos, no reducimos, no reciclamos, pero exigimos que no toquen el Yasuní. 

En la conscripción comí carne de danta y sacaba de la selva monos tití que regalaba a mi hermanita y mis sobrinos, luego como instructor parte del entrenamiento era capturar y hacer comer animales vivos a los reclutas, pero exijo que no toquen el Yasuní.

Con mi abuelo aprendí  a cazar venados en los páramos, una tradición familiar, en su casa también hay patas de tapir disecadas y pieles de puma en las paredes, pero exigimos que no toquen el Yasuní.
Tengo mi restaurante playero con la alcantarilla que desemboca directo al mar, mi cuñado pesca y vende carne de tiburón, el vecino hace estofado de guanta y de vez en cuando asado de venado del bosque seco, pero exigimos que no toquen el Yasuní.

Talamos 300 hectáreas de manglares para poner camaroneras, usamos antibióticos y químicos muy tóxicos que destruyen especies nativas, no damos tratamiento a las aguas negras, pero exigimos que no toquen el Yasuní.

En mi comunidad talamos los bosques andinos para criar ganado, lo que produce derrumbes que sedimentan los ríos de la Costa, siempre quemamos los pajonales para ampliar nuestro territorio comunitario, como somos agricultores fumigamos con pesticidas que contaminan las vertientes de agua, pero exigimos que no toquen el Yasuní.

Es parte de mi cultura comer monos, armadillos y tucanes, pescamos con barbasco y dinamita, vendo canoas que fabrico con árboles gigantes de más de cien años, para casarse mi hijo debe dar una dote de 500 libras de carne de monte para la fiesta, cada vez debo caminar más lejos para cazar monos que están más escasos, por eso exigimos que no toquen el Yasuní.

Diariamente acabamos con el hábitat de miles de especies porque tumbamos bosques enteros para hacer y vender tablillas a los cajoneros que en nuestra zona tienen docenas de fábricas de cajones de madera, en los que se transporta casi toda la fruta y verdura del Ecuador, pero exigimos que no toquen el Yasuní.

En mi medio de comunicación empleamos luz eléctrica y aire acondicionado todo el día, no usamos energías limpias, jamás hemos considerado sujeto noticioso importante y recurrente al medio ambiente  ni a la ecología, pero exigimos que no toquen el Yasuní.
Soy consumista y compro mi ropa en Miami, please no toquen el Yasuní.

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