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El Telégrafo

No todo es macroeconomía

15 de junio de 2012

Lo pequeño es hermoso. Este lema posmoderno fue -a su manera- retomado por un diario colombiano. Este destacó el crecimiento de algunos países pequeños de Latinoamérica (Ecuador, Perú, Paraguay, Uruguay) en su economía el último año. También crecieron otros como Argentina y Panamá, pero en este caso se destacó a los países sudamericanos de economías más reducidas.

Se destacó allí el cuidado macroeconómico que ha permitido buen índice fiscal e inversión extranjera. Y si bien ello es cierto, es solo una parte de la historia. Llama la atención que nada se diga de la especial línea política que siguen todos los gobiernos de los países señalados.

Sí se subrayó -en cambio- la estabilidad política, la cual de por sí es un logro importante. Pero en este caso la estabilidad es fruto de la representación popular que estos gobiernos detentan. No es una estabilidad lograda por medios autoritarios, sino todo lo contrario: gobiernos con amplio apoyo social garantizan continuidad en el ejercicio de sus mandatos.

Pero, además, se trata de gobiernos que no son neoliberales, que han asumido representar -de modos diversos- intereses nacionales y populares que se enfrentan a la gran concentración monopólica. Este es un hecho central: los gobiernos que redistribuyen la ganancia tienen éxito macroeconómico. Y ello es una muy buena noticia: el libre mercado puro no garantiza ni apoyo popular, ni estabilidad política, ni consumo popular que reactive el mercado interno.

Este punto es el gran ausente en el análisis: la economía keynesiana basada en reforzar la demanda es la que ha permitido estos logros. Más tímidamente en Paraguay y el Perú, más decididamente en Ecuador y Uruguay; pero en todos los casos estamos ante gobiernos con Estado activo, preocupado por la redistribución social de la renta, que no dejan al libre mercado que empobrezca a unos pocos y hambree al resto de la población.

Por ello, debe destacarse que los índices macroeconómicos positivos no son lo único a analizar. Hay que dejar claro dentro de qué parámetros políticos se da el crecimiento económico actual. Se verá así que no solo es ética e ideológicamente necesario favorecer el acceso al consumo de amplios sectores populares, sino que ello es también conveniente como reactivación de la demanda y animación del conjunto del proceso económico.

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