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El Telégrafo
Fabrizio Reyes De Luca

¡No más guerras!

02 de octubre de 2014

Ante una serie de hechos acaecidos hace algún tiempo y concurrentes hoy, hemos de cuestionarnos seriamente y preguntar: ¿qué está pasando?

Esto empezó con el primer gran ataque suicida, dos camiones-bombas estallaron en Beirut, en octubre de 1983, matando a 241 soldados estadounidenses.

Horrorizado, Ronald Reagan huyó del Líbano, jamás envió soldados al mundo árabe, pero los regímenes despóticos de la región con el apoyo de Washington, encarcelaron a muchos disidentes fundamentalistas.

Luego a estos mismos, Reagan los contrató como mercenarios, armándolos y entrenándolos para combatir a los soviéticos en Afganistán.

Los soviéticos huyeron en 1992 y los fundamentalistas formaron Al Qaeda, para enfrentar a Estados Unidos, defensor de Israel y a los déspotas entreguistas árabes.

En 1998 bombardearon embajadas en Kenya y Tanzania, después en el 2001, el atentado a las torres gemelas; en el 2003 Bush invadió Irak y, como en Afganistán, los fundamentalistas fueron a la guerra.

En 2011, la ‘Primavera Árabe’ intentó infructuosamente destronar a los dictadores, pacíficamente en Egipto y otros países, o violentamente, como en Siria.

La actual guerra de Siria es una de las grandes tragedias de este siglo, con más de cien mil asesinatos.
En 2014 nació el Estado Islámico (EI) entre Irak y Siria.

Y el presidente de Estados Unidos planea “destruirlo” con bombas, y adiestrando a los “moderados sirios”, para contrarrestarlos. Les pagará para que abandonen su lucha contra una dictadura de 40 años.

Ahora Obama, transfigurado en un pacifista enganchado a belicista, “re-invadirá” Irak, admitiendo que retirar las tropas fue un error.

Los petroleros y armamentistas nos empujan a esta nueva, quizá la última guerra fratricida en Irak, que sabremos cuándo empezará, pero ignoramos si terminará, o hasta donde llegará.

A propósito, el papa Francisco ha expresado: “La avaricia, la intolerancia y la ambición de poder son motivos que alimentan el espíritu bélico y estos motivos a menudo encuentran justificación en una ideología; mientras, a la sombra hay intereses, estrategias geopolíticas, y está la industria armamentista, que parece ser muy importante. Y estos planificadores del terror, estos organizadores del desencuentro, así como los fabricantes de armas, llevan escrito en el corazón: ¿A mí qué me importa?”.

El Pontífice agregó: “Pido a todos ustedes y para todos nosotros la conversión del corazón: pasar de ese ‘¿A mí qué me importa?’ a la compasión y el dolor por todos los caídos de una masacre inútil, de la locura de la guerra de todos los tiempos”.

Como corolario, quiero recordar una reflexión de Erasmo de Rotterdam sobre esta plaga: “La guerra es una operación de distracción de los descontentos internos, que trae consigo un cortejo infinito de crímenes y desgracias, cayendo principalmente sobre los inocentes. No existe paz, por injusta que sea, que no resulte preferible a la más justa de las guerras”.    

¡No más guerras en el mundo! No podemos quedarnos indiferentes.             

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