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El Telégrafo

No más Atpdea

01 de julio de 2013

Las respuestas del Gobierno frente a la pretensión descarada de ser chantajeado con las preferencias arancelarias de cara al total derecho de decidir o no el otorgar asilo a quien sea, ha sido un hecho inaudito y extremo en las relaciones con el Gobierno de los Estados Unidos. Y de ese Gobierno los sectores más conservadores de los republicanos, sin ningún disimulo, declararon que si Ecuador decide dar asilo, en este caso a Snowden, responderían con represalias. El Gobierno le ha ganado la partida al renunciar irrevocablemente a las preferencias arancelarias del Atpdea.

En la opinión pública nacional semejante reacción ha sido vista con buenos ojos, sobre todo porque expresa de manera decente una posición de dignidad. Incluso hasta sectores de opositores de algunas izquierdas la han valorado en justa medida. Sin embargo, como era esperarse, los sectores mercantiles, utilitaristas, con poca idea y noción de lo que es el pueblo ecuatoriano y los procesos que soberanamente ha elegido, salieron sin ningún tapujo a defender exclusivamente sus intereses; semejante posición causa vergüenza ajena.

La visión de lo nacional, de la soberanía, de la dignidad, ha tenido un precio para estos sectores: 24 millones de dólares. Y ni siquiera es esta suma, sino que por fin se cae, quizás, la última de las esperanzas de estos sectores por llegar a alguna forma de tratado de libre comercio con los Estados Unidos.

Esta vergüenza no viene sola, sino que está asociada en una federación de comerciantes. Sí, este último reducto por soñar con una economía totalmente controlada por un mercado libre utópico, donde el individuo vele por sí mismo y compita sin límites, ni control moral-ético con sus semejantes, se cae.

Una sociedad donde el eje es el enriquecimiento sin control y la calidad de vida se resume a consumir sin límites y con una pobre conciencia del entorno ambiental.

Estos sectores deben replantearse seriamente qué hacen en este país; exigen del país mano de obra, exigen consumidores, exigen ventajas y subsidios del Estado, pero poco quieren contribuir al cambio estructural que la sociedad ecuatoriana demanda. Se conforman con un país en pobreza y atraso. A estos sectores habrá que preguntarles de qué manera se comprometen con esa gran meta que es erradicar la pobreza del país.

Su visión se reduce a comerciar y que de esto devenga el empleo, pero un empleo precario, de bajos salarios y sin seguridad social. Son estos sectores los que se han opuesto a la Ley de Comunicación que habilita a todos el derecho a un servicio público, pero la miopía les hace pensar que lo público es sinónimo de estatal. La pobre visión del presente y del futuro les ancla a la vieja idea del país privatizado, con extrema pobreza, poca redistribución de la riqueza y deterioro de la vida social y natural. El caso Snowden, sorpresivamente, ha develado el oportunismo de estos sectores; su pobre concepción de lo nacional y más aún de lo que es soberanía y dignidad.

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