Cuando aprende a volar, sus alas rompen el aire, igual que las aves más grandes y elige su destino desde las alturas de su libertad. Así también, los pueblos que superan las amarras de la dependencia y del sometimiento trazan su ruta al límite de los sueños y la dignidad. Esto no lo pueden entender los adoradores del vil metal con alma de lacayos, para quienes lo que importa es el tamaño de su insaciable bolsillo y en ese empeño han permitido el más vergonzoso vasallaje a cambio de hacer buenos negocios para acrecentar poder y capital, sacrificando valores, como la soberanía y dignidad.
El cambio de época va cuajando en la conciencia ciudadana, que se adhiere a la reciente postura gubernamental de rechazar el chantaje al que nos han sometido los Estados Unidos de Norteamérica, cuya ojeriza ideológica se ha mostrado de cuerpo entero con ocasión de la solicitud de asilo por parte del denunciante del espionaje global consumado por el “Tío Sam”, quien lejos de explicar al mundo su conducta delictuosa, intimida, acusa, miente, desinforma y amenaza, tal cual lo hace el ladrón sorprendido con el botín que, en vez de levantar las manos y rendirse, le cae a tiros a la Policía.
La rabiosa cofradía mediática les mete micrófono a los titulares de las Cámaras de la Producción para que anuncien el apocalipsis a causa de la postura oficial de rechazar el chantaje con quitarnos el Atpdea si no nos alineamos a la voluntad del Departamento de Estado.
Está en firme el renunciamiento unilateral e irrevocable a las compensaciones que le corresponden al Ecuador por su lucha contra el narcotráfico, reconocida a nivel mundial; y asumiendo la responsabilidad de su valiente decisión, el Gobierno ha anunciado medidas compensatorias a favor de los exportadores que recibieron el anuncio con esperanza y satisfacción; pero hay de los otros, los evasores, escépticos ante la propuesta de aplicar el arancel al abono tributario, llana y sencillamente porque nunca han querido pagar sus impuestos.
El perfil de los nuevos empresarios ecuatorianos es alentador e inteligente, tanto para asumir la medida como un signo de soberanía, como para apostar con decisión por el cambio de la matriz productiva y diversificación de las exportaciones.
No hay pájaro pequeño cuando levanta el vuelo, en el inconmensurable espacio es capaz de enfrentar cualquier afrenta imperialista con el arma de la dignidad.