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El Telégrafo
Ximena Ortiz Crespo

¿Nos está cambiando la pandemia?

14 de agosto de 2021

Decir que la pandemia del coronavirus ha cambiado la forma en que vivimos sería decir poco. Desde hace más de año y medio en que surgió el virus hemos visto su expansión exponencial, hemos vivido con el miedo al contagio, oímos permanentemente noticias de nuevas cepas y atestiguamos que propios y ajenos van contrayendo la enfermedad.

A estas alturas hemos cambiado la forma en que trabajamos, aprendemos e interactuamos ya que las pautas de distanciamiento social nos han llevado a una existencia cada vez más virtual tanto a nivel personal como profesional. Además, el frenazo que la pandemia ha causado a la economía mundial nos involucra a todos. Pero no solo existen cambios en las relaciones humanas o en las económicas, existen transformaciones en cómo percibimos la salud, la alimentación, la naturaleza. Creo firmemente que hay cambios en los comportamientos humanos y en los estilos de vida que podrían permanecer cuando pase la pandemia... si es que ello llega a suceder.

¿Se trata de un cambio de época? Los historiadores, con seguridad, marcarán una edad prepandemia y otra después de ella. Mientras tanto hay investigadores que están tomándole el pulso a las transformaciones. Existen estudios en varios lugares del mundo que muestran cómo las personas están modificando sus formas de actuar. Revisemos algunos de sus resultados.

Un estudio de la Clínica Cleveland de septiembre de 2020 a mil adultos en los Estados Unidos reporta, como era de esperarse, que la pandemia ha desencadenado una ola de problemas de salud mental que parece estar afectando especialmente a los más jóvenes. Los cuatro problemas más comunes que experimentaron los encuestados son el estrés, la ansiedad, la depresión, la soledad y el aislamiento. Muchos también se sienten abrumados por el flujo constante, cambiante y conflictivo de información sobre el virus y la pandemia. Casi la mitad de las personas consultadas afirmó estar tan abrumada por las noticias sobre la COVID-19 que dejó de prestarles atención. Podríamos colegir de tal situación, si la extendemos a nuestra realidad, que necesitaremos en adelante de una variedad de ayudas que incluyen las de los telepsicólogos y coaches.

En el estudio se encontró que la gente está limitando las interacciones personales y ha cambiado su manera de comportarse con individuos de fuera de su entorno íntimo: se rehúsa a estrechar la mano o a abrazar a otras personas. Esos hábitos eran ya comunes en los paises nórdicos y en Estados Unidos. En adelante podrían ser así aún entre los latinos.

Pero hay también buenas noticias en cuanto a la salud. En el estudio se encontró que las personas mejoraron sus hábitos alimenticios y que ahora dedican más tiempo a estar al aire libre y en comunión con la naturaleza. Se han volcado al ejercicio físico. Y sus patrones de sueño han mejorado.

En entrevistas a mujeres profesionales estadounidenses, hecha por la publicación Fast Company, se reportan también algunos cambios en el estilo de vida de ellas tanto en su rutina diaria como en su capacidad para seguir siendo productivas trabajando desde su propia casa. A pesar de que los cambios externos han sido negativos, con despidos, cierres de empresas, enfermedades y falta de personas para ayudar en el cuidado del hogar y de los niños, algunas mujeres también han hecho cambios positivos. Ellas han podido conectarse mejor con sus vecinos, han aprendido a establecer límites en lo laboral y se han visto obligadas a volverse más flexibles respecto a su desempeño. Esta situación se ha dado particularmente en aquellas que tienen niños que requieren supervisión, cuidado y entretenimiento.

El horario de trabajo rígido con estrictas pautas ha variado sustancialmente. Las mujeres han tenido que aceptar la incertidumbre siendo más flexibles con ellas mismas y sus familias. Esto lo han logrado enfocándose positivamente sobre el valor que tiene el estar con los suyos sin dejar que la ansiedad haga presa de ellas y rindiéndose ante la evidencia de que no pueden controlarlo todo. Despertarse más tarde sin sentirse culpables es una muestra. Una de ellas expresa: “No solo se elimina así una buena cantidad de estrés, sino que también me obliga a priorizar lo que es más importante en la casa y en el trabajo. Cuando puedo equilibrar los dos ámbitos soy más productiva y feliz”. Sería ideal que esta forma de armonizar la vida pudiera mantenerse durante y después de la pandemia.

En los anales de la Elsevier Public Health Emergency se publica un estudio hecho en la India que corrobora lo descrito por las dos publicaciones anteriores. Estas investigaciones nos muestran los cambios profundos que estamos sufriendo. Después de que pase la tormenta, tendremos más elementos para optar por la clase de vida que querramos.

Es probable que dada la impactante experiencia que hemos vivido mantengamos los nuevos hábitos aprendidos y ejercitados en este tiempo de pandemia. ¿Estamos experimentando un cambio cultural? ¿Aprenderemos a mantener la distancia física? ¿Seguiremos haciendo las colas empujándonos para subir a un bus? ¿Tendremos una percepción diferente del tiempo? ¿Nos moveremos necesariamente hacia lo electrónico? ¿Seremos más cuidadosos con el dinero y con el tiempo? ¿Nos volveremos más recursivos? ¿Haremos modificaciones en nuestras casas (y en nuestras vidas) para que nos den comodidad? ¿Viviremos menos de las apariencias? Si utilizamos bien la pandemia iremos cada vez más a escoger lo substancial de la vida.

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