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El Telégrafo

No entrevistas a los medios privados

23 de junio de 2012

En nota editorial, un medio “independiente”, apresuradamente, sostiene que el presidente Rafael Correa “quiere eliminar del pensamiento nacional toda opinión o información contraria a su augusto criterio”. Es una respuesta acomodada a la reiteración del Primer Mandatario de no conceder más entrevistas oficiales a los medios de comunicación “mercantilistas”, como estrategia para rechazar la manipulación de los acontecimientos y desenmascarar a los traficantes de la opinión pública, que en asocio con la derecha política pretende desprestigiar al gobierno de la Revolución Ciudadana mediante versiones malsanas de las distintas situaciones que vive el país.

La prensa “independiente”, con cinismo, afirma que, hasta el momento, las acciones del régimen no han podido quebrantar su imparcialidad política y su compromiso con los derechos ciudadanos de informar sin temor en el marco de la objetividad. Qué escandalosa argucia, cuando es pública y notoria la alianza de la prensa privada con los grupos de poder económico y la derecha partidista y que a nombre de la libertad de expresión, injuria, tergiversa los hechos y hasta lesiona el honor de las personas.

No procede repetir, pero es indispensable recordar la manipulación en el manejo de la entrevista en los medios de comunicación  independientes. En los impresos se conceden páginas completas a personas insignificantes, pero eso sí contrarias al régimen; en la televisión el moderador del programa y dos seleccionados por él se alinean en la oposición; el otro, un ministro o funcionario de alto nivel, es la víctima de la amañada entrevista múltiple o debate.

Tres contra uno, arrinconan al invitado especial, lo interrumpen y cuestionan sus versiones. El moderador permite a sus aliados vociferar sin límite de tiempo, e incluso con gesto burlón pretende impugnar el válido argumento del invitado porque, en el fondo, el programa está destinado a fustigar al gobierno de la Revolución Ciudadana. En las facultades de comunicación enseñan que la entrevista no es género de opinión. Es el recurso del periodista para conocer la visión de un personaje sobre un tema con la finalidad de ampliarla y contribuir a la formación de una correcta opinión pública.

En este caso, al ciudadano no le interesa el criterio antojadizo del moderador periodista. Bien ha decidido el Presidente en alejarse de los malvados y mediocres que fungen  de entrevistadores. Decía Demócrates: “Todo está perdido cuando los malos sirven de ejemplo y los buenos de mofa”. Feuerbach pronunciaba con acierto: “La mediocridad pesa siempre bien, pero su balanza es falsa”. La función del periodista es informar con objetividad y  orientar sin injuriar al prójimo. El poder de la prensa “independiente” está llegando a su fin. Es que no se puede vivir de la mentira y ocultando, ex profesamente, la verdad.

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