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El Telégrafo

No a la OTAN en Latinoamérica

07 de junio de 2013

El presidente Evo Morales ha encendido la alerta roja. La OTAN ha iniciado negociaciones con el Gobierno colombiano, que podrían llevar a que el país que preside Santos llegue a formar parte de esa organización. Sin dudas, una actitud inamistosa hacia el resto de Latinoamérica, que muy mayoritariamente no puede ver con buenos ojos (aun en caso de algunos gobiernos de derecha) que se metan instituciones ajenas a la región a operar dentro de la misma. Y, para colmo, instituciones de carácter militar/ofensivo, como ha demostrado la OTAN en intervenciones ominosas como la que realizó en Libia y se coronó con el asesinato -visto por televisión en todo el mundo- de Muamar Gadafi, por el cual no hay condenados y ni siquiera imputados, a pesar de que los rostros de los criminales han sido vistos por más de dos mil millones de personas.

Sería nefasto que en Latinoamérica tuviéramos que soportar la amenaza militar de la OTAN, detrás de su negociación con algún gobierno de la región. El presidente Santos se ha mostrado prudente a veces (por ej. en su relación con Chávez cuando  estaba vivo, o en la negociación de la paz con las FARC), mostrando en esos casos notable calidad de estadista. Pero en otros casos (la insólita entrevista con Capriles para hostigar al actual Gobierno venezolano, la posibilidad de este arreglo con la OTAN) parece que nos encontramos de nuevo con quien fuera Ministro de Defensa cuando la lamentable intromisión militar colombiana en territorio ecuatoriano realizada con el fin de matar a Reyes, dirigente de las FARC que había cruzado la frontera. En el subcontinente se recuerda aquel suceso, donde la soberanía territorial ecuatoriana fue atropellada, y el actual presidente colombiano figuraba como ministro del gobierno de Uribe, su ahora adversario desde la extrema derecha autoritaria.  

Santos puede sostener su intento de recuperar para Colombia un buen lugar dentro de la comunidad de países de Sudamérica, del cual ese país fue dezplazado en los tiempos del gobierno ultrarreaccionario de Uribe. Ha tenido diversos gestos en ese sentido, y buscar la paz dentro de su país no es uno menor. Este guiño a la OTAN, institución militarista y amenazadora, va por completo en contra de esa tendencia.

Recordemos que hoy, en lo económico, Europa no está en un buen momento. En lo económico las asimetrías entre países y regiones están disminuyendo -lenta y parcialmente, eso sí-. En lo militar, en cambio, las asimetrías son enormes, y EE.UU., principal aliado de la OTAN, tiene más gasto él solo que los 10 países que le siguen juntos.

No queremos ni necesitamos, en nuestra región, sentir en la nuca la respiración de los dueños de ese poder militar. Los latinoamericanos somos pacíficos y lo hemos sido históricamente; no estuvimos en las guerras mundiales del siglo XX, ni nos interesa estar en ninguna posible del futuro.

Por ello, no queremos a la OTAN cerca. Necesitamos ser actores políticos del mundo, pero para erradicar la prepotencia militar, no para estar en peligro de resultar víctimas de ella.

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