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El Telégrafo

No a la catástrofe sobre Siria

06 de septiembre de 2013

Cuando esto escribimos, Estados Unidos aún no bombardea Siria como es su unilateral decisión. Obama está buscando apoyo para esto en el Congreso de su país, dado que no lo tiene siquiera de sus ciudadanos. Tampoco lo secundó el Parlamento británico, que dejó en desaire al belicismo de Cameron. No lo apoya la ONU, ni su Consejo de Seguridad, ni la Unasur, ni China, ni Rusia. No importa: la insensatez parece imponerse, y se irá contra todo y contra todos. Con el títere Hollande como el gran entusiasta en seguir la propuesta de incendiar el planeta, y de hacerlo sin garantías de ningún instrumento para apagar el fuego.

La excusa de las armas químicas no convence a nadie. Ya nos contaron en Irak de las sedicentes “armas de destrucción masiva” que jamás existieron y justificaron la invasión. Ahora, la potencia del norte quería entrar como fuera a Siria, y necesitaba un pretexto. “Casualmente”, justo cuando va ganando el Gobierno la lucha interna en el país árabe, el pretexto se produce: armas químicas matan casi 1.500 personas. Eso sí, nadie sabe quién las usó. Se mandó a expertos de la ONU a investigar. Sospechosamente, Estados Unidos no espera su dictamen, el cual, por cierto, no necesariamente habría de ser imparcial en relación a las presiones del norte. Pero no hay espera ni respeto por tiempos o situaciones. Se trata de bombardear, según la doctrina del unilateralismo bélico que comprueba que Estados Unidos ya no es la única gran potencia económica, pero sí mantiene una enorme supremacía militar.

Que la cultura árabe no sea solo ese fundamentalismo del cual se nos ha convencido, poco importa. Que de allí provengan el ábaco, los números, una estupenda arquitectura y la extraordinaria tolerancia de los ocho siglos en Andalucía no conlleva respeto ni tolerancia por parte del país del norte.

Tampoco les importa que Estados Unidos carezca de toda credibilidad como país que pueda realizar acciones humanitarias, cuando está descubierto su despiadado espionaje global y permanente, que se ha posado sin problemas sobre diversos presidentes de países latinoamericanos (y casi seguramente, también de otras latitudes).

¿Y si Israel entra en la guerra? ¿Y si Irán reacciona con misiles? ¿Y si Rusia no tolera este ninguneo olímpico de parte del Congreso de Estados Unidos, que supone que tiene permiso para declarar legales a acciones ilegales fuera del territorio de su país? ¿Esta nueva burla a la paz y seguridad internacional y a la conciencia cívica de la humanidad se podrá hacer sin que merezca un enorme repudio internacional, ese que ya va desde las rogativas del Papa al rechazo explícito de los países latinoamericanos? ¿No habrá manifestaciones antiestadounidenses en cascada?

Demasiadas preguntas sin respuesta. Un gobierno autoritario y una resistencia violenta e infiltrada por Occidente dan el pretexto para esta inconsulta intervención bélica extranjera. La humanidad no debiera acostumbrarse a este listado de atentados ilegales a la paz mundial, iniciado en Irak, continuado en Afganistán, luego en Libia, y ahora en ciernes sobre el ya castigado pueblo sirio.

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