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El Telégrafo
Gustavo Pérez Ramírez

¿Neomalthusianismo?

25 de enero de 2015

En un diario capitalino del pasado 6 de enero, bajo el título ‘El aumento de la población mundial pone a prueba los recursos del planeta’, se duda de la capacidad de que se generen recursos para una población, que el año pasado aumentó en 80 millones.

Es un debate que perdura desde el siglo pasado. En 1967, los hermanos William y Paul Paddock se hicieron famosos con su libro Hambre en 1975 ¿Quién sobrevivirá. Proponían que EE.UU. tomara en el mundo el rol que médicos asumen en campos de batalla, el ‘triage’, dando prioridad solo a quienes van a sobrevivir.

El escaso espacio no permite sino un par de reflexiones:

El crecimiento de la población no es lineal. Las proyecciones de población, alta, media y baja, de la División de Población de las Naciones Unidas, demuestran la tendencia hacia una estabilización y a cero crecimiento.

He aquí la proyección media mundial en millones:

1990-1995   84.201
2015-2020   78.393
2050-2055   43.106
2095-2100   11.919

En 2100 la población mundial llegará a 11 mil 900 millones, sobre todo por la alta natalidad en los países más pobres.

Esto me lleva a la segunda reflexión. Se requiere un enfoque integral, que evite atribuirle al factor población toda la culpa por la escasez de recursos, sin siquiera tener en cuenta factores clave, como la educación, (el mejor anticonceptivo), el rol de la mujer, el modelo de acumulación. Si hubiera reparto equitativo de las riquezas y las millonadas de dólares destinadas a armamentos se destinaran a cubrir necesidades básicas, otra sería la situación.

Casualmente, un 6 de enero llegué a Nueva York hace 43 años, para trabajar como demógrafo en la División de Población en los preparativos  de la primera Conferencia Mundial sobre Población, que tuvo lugar en 1974 en Bucarest. Allí hubo una polarización entre los que sostenían que el crecimiento rápido de la población era un grave impedimento para el desarrollo, y quienes argüíamos que el problema de la población es una consecuencia y no una causa del subdesarrollo, que podría ser resuelto por un nuevo orden económico internacional, centrado  en la redistribución de los recursos.

Esta fue la conclusión que primó, y se fue complementando en las otras dos conferencias mundiales que ha habido, la de México 1984 y la de Egipto 1994, con sus respectivos planes de acción, que hacen hincapié en el papel fundamental de la mujer e introducen  los conceptos de población y derechos humanos. Desde luego que, con mayor población, aumentan concentraciones de carbono, nitrógeno y azufre en el ecosistema. Así el aumento demográfico debe ir de la mano de una mayor conciencia ecológica, pero también de justicia social, de equidad, de lucha contra el consumismo neoliberal.

En Ecuador, entre 1965-70, la tasa de crecimiento fue de 2,90, actualmente es de 1,47 y para 2080-85 llegará a -0,02, por el fenómeno de la transición demográfica que se lleva a cabo con dinámicas diferentes según los países. Francisco I en Filipinas dijo que “no hay que comportarse como conejos” y que “Pablo VI quiso combatir el neomalthusianismo”.

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