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El Telégrafo

Murray desató una euforia contenida durante 77 años

13 de julio de 2013

Andy Murray venció a Novak Djokovic en la final de Wimbledon, el domingo pasado, y se convirtió en el primer campeón británico desde el mítico Fred Perry en 1936. El título desató la euforia contenida durante 77 años, pues con el paso de los años el pesimismo y la resignación aumentaban entre los aficionados del país anfitrión.

Ellos, durante algunas temporadas, depositaron sus esperanzas en Tim Henman, quien avanzó hasta las semifinales en cuatro oportunidades, la última el 2004, pero que tras el retiro de Henman pensaban que ver a un británico alzar el trofeo de campeón era un sueño.

Pero ese sueño se personificó en Andy Murray, un delgado joven nacido el 15 de mayo de 1987 en Dunblane, una pequeña ciudad de Escocia, guiado por su madre Judy, entrenadora de tenis, quien le enseñó sus primeros golpes y le transmitió su pasión por el deporte blanco y desde pequeño cultivó en él una mentalidad ganadora y  diferente a la de la mayoría de los jóvenes británicos.

La persona que le proporciona equilibrio emocional  a Murray es su novia, Kim SearsJudy siempre hizo las cosas de manera diferente con Andy y muchas veces fue criticada por ello. Cuando Andy tenía 15 años ella decidió sacarlo del sistema de entrenamiento de la Federación Británica de Tenis (LTA) y enviarlo a España a la Academia Sánchez-Casal en Barcelona, dirigida por los extenistas profesionales Emilio Sánchez-Vicario y Sergio Casal. Su propósito era que Andy se volviera  un jugador más completo, entrenando y compitiendo sobre canchas de arcilla, y se contagiara de la aguerrida mentalidad de los tenistas españoles.

Recuerdo haber conocido a Murray en un torneo Challenger en La Serena (Chile) en 2005. Él viajaba con el Pato Álvarez, entrenador colombiano radicado en España y exentrenador de Emilio Sánchez y muchos otros tenistas españoles, y con el paraguayo Ramón Delgado, mi pupilo. En ese entonces entrenamos varias veces con ellos. Recuerdo que aunque a simple vista sus golpes no llamaban mucho la atención, tenía un buen servicio, gran inteligencia táctica y excelente anticipación y movilidad. Álvarez con toda su experiencia me dijo: “este chico va a llegar muy lejos”.

Y vaya que no se equivocó, ya que en 2006 Andy ganó, en Bangkok, su primer título en el circuito ATP y empezó a escalar posiciones en el ranking. Ese año terminó la temporada en el puesto 17 con apenas 19  años de edad. Pero el camino a su primer título de Grand Slam no fue nada fácil, además tenía por delante nada menos que a Roger Federer, Rafael Nadal y Novak Djokovic.

A lo largo del camino fueron pasando entrenadores como el inglés Mark Petchey, el estadounidense Brad Gilbert, el canadiense Louis Cayer, el británico Miles Maclagan y el español Alex Corretja, pues como él mismo lo reconoció en la ceremonia de premiación de Wimbledon, tiene un carácter difícil y  exigente.

La clave de su  éxito   radica en haber logrado consolidar un gran equipo de trabajoY justamente la clave del éxito de Murray  radica en haber logrado consolidar un gran equipo de trabajo en los últimos años. El cambio principal fue la contratación en enero de 2012 del exnúmero uno del mundo, el checo-americano Ivan Lendl, un campeón en todo el sentido de la palabra, con mentalidad ganadora  y una ética de trabajo casi obsesiva.

Que el oro olímpico de Londres 2012, el título del US Open 2012 y el campeonato de Wimbledon se produzcan tras la llegada de Lendl no es una coincidencia.

A Lendl, durante su etapa profesional le ocurrió algo similar a lo que le  pasó a Murray. Perdió  sus 4 primeras finales de Grand Slam, sufrió las mismas críticas y comentarios negativos. Pero nunca se rindió y en su quinta final  ganó Roland Garros 1984 y Andy en su quinta final ganó el US Open 2012.

Ahora Murray ganó Wimbledon, el único torneo que su entrenador nunca pudo ganar  a pesar de disputar dos finales y estoy convencido de que la preparación, el no jugar Roland Garros por una “lesión” en espalda fue idea de Lendl. Apostaron todas sus fichas a ganar Wimbledon, tal como lo hizo Lendl cuando era jugador y no jugó Roland Garros,  donde ya había triunfado anteriormente, para prepararse un mes sobre césped.

Otra pieza importante en el equipo es su compañero de entrenamiento y amigo el venezolano Daniel Vallverdú, a quien conoció a los 15 años de edad cuando ambos entrenaban en la Academia Sánchez-Casal y viajaban juntos a jugar torneos juveniles. Vallverdú incluso fue el entrenador de Murray durante un período tras la separación de Maclagan.

Otro reciente integrante del equipo Murray es la sicóloga Alexis Castorri, de quien se dice fue incorporada por el pedido de Lendl, que veía la necesidad de trabajar con un profesional de la especialidad.

La preparación física está a cargo de Jezz Green, quien acompaña a Andy desde hace muchos años y es ayudado también por Matt Little, que han transformado físicamente a Murray con un riguroso régimen que incluye bikram yoga, pesas, sprints e intervalos. El encargado de recuperar a Murray de cualquier molestia o lesión, con masajes, baños de inmersión en hielo es el fisioterapeuta Andy Ireland.

Y la persona que le proporciona equilibrio y estabilidad emocional es su novia de hace muchos años Kim Sears, hija de Nigel Sears, entrenador de tenis inglés  que ha tenido entre sus pupilas a Daniela Hantuchova  y recientemente a Ana Ivanovic. Fue él precisamente que los presentó durante el Roland Garros 2005.

Y por supuesto su madre Judy, en quien confía plenamente y a quien consulta para tomar muchas de sus decisiones, la primera persona que confió en que Andy Murray podía llegar a ser lo que es hoy, campeón de Wimbledon y héroe para una nación.

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