Madrid fue la ciudad que acogió a los lideres mundiales occidentales que asistieron a la cumbre de la OTAN el pasado 29 de junio. Esta se celebró dentro de un contexto global marcado por el conflicto bélico internacional entre Rusia y Ucrania. Hecho que predispuso los objetivos de la reunión en torno a generar respuestas para afrontar los efectos de la mencionada guerra. En la agenda estratégica de la cumbre se plantea que la visión de la OTAN se basa un mundo donde la soberanía y la integridad territorial sean respetadas, al igual que los derechos humanos y el derecho internacional para que cada país pueda escoger su propio camino, libre de agresión, coerción o subversión.
La OTAN se originó como organismo federalista estratégico fundado en 1949 para contrarrestar el avance de la URSS y su modelo económico político centralmente planificado. No obstante, a partir de la caída del Muro de Berlín, este organismo se replanteó su razón de ser para convertirse en una comunidad de seguridad estratégica. Lo que presupone que los Estados miembros comparten una serie de significados colectivos sobre aspectos de seguridad, así como una visión del mundo similar. Lo que genera que los países miembros adecúen su política de seguridad a las decisiones de la OTAN, convirtiendo a estas en la expresión de la voluntad colectiva de los 30 países miembros.
En este sentido, las decisiones tomadas en la cumbre de Madrid podrían sonar alarmantes. Se dejó de reconocer a Rusia como un "socio estratégico" para declararlo como una significativa "amenaza directa" para la seguridad del transatlántico. Se decidió seguir apoyando a Kiev con armamento bélico para afrontar el conflicto, además se espera un despliegue de 300.000 soldados a la zona fronteriza rusa para contener cualquier posible agresión. Por su parte, Suecia y Finlandia accedieron a una serie de demandas del líder turco Erdogan, a cambio Turquía eliminó el veto para que ambos Estados puedan adherirse como miembros. Por su parte, se consideró a China como un “desafío sistémico”. El talante de estas decisiones puede generar un mundo fraccionado por la política y la seguridad. Ya que China y Rusia siguen manteniendo una estrategia fuerte para mantener lazos fuertes con sus aliados en sus zonas de influencia regional. En el caso de China, inclusive en otras regiones como África y América Latina.
Si bien la seguridad ha sido la temática predominante para el análisis de política global, hay que comprender que los paradigmas de entendimiento actuales, así como el funcionamiento del mundo ha mutado. El fraccionamiento de la producción mundial, así como las interacciones dentro de la estructura financiera internacional han generado una red global de producción y adición de valor, en donde existe un mercado altamente interdependiente. En este sentido, para lograr cumplir con las agendas estratégicas de la OTAN se debería recurrir a una especie de proteccionismo ante la producción china, o continuar con el embargo hacia el mercado ruso, lo que no solamente afecta a exportadores mundiales, sino que también se contrapone con la visión liberal de la organización. El mundo ha cambiado y los costes económicos impiden la preponderancia de las decisiones de seguridad como se lo hacía durante la Guerra Fría.