La política y la justicia son mis pasiones. Desde muy joven me formé en la tendencia socialdemócrata. A partir de esa militancia entiendo el Estado como aquello que debemos modernizar y administrar para el bien común, pues lo público debe servir para mejorar la vida de la gente.
Desde este enfoque escribí el libro Presupuesto Participativo y Participación Ciudadana y mi feminismo me llevó a publicar Confesiones de Eva.
En lo académico realicé una Maestría en Estudios Políticos, Maestría en Derecho, Diploma en Género. Fui parte de la Escuela de Invierno de Estudios Políticos Latinoamericanos de la Universidad de Salamanca (Espala), aprendí estrategia y campañas electorales en la Universidad George Washington (EE.UU.).
Pero la vida es más que la formación profesional, nadie nos enseña a enfrentar la crisis, eso lo aprendí con el tiempo.
A mis 30 años fui violentada, tuve depresión reactiva y sobreviví; acudí a organismos internacionales demandando justicia al Estado ecuatoriano. Por mi caso, me presenté en la Asamblea Nacional para pronunciarme en favor de la despenalización del aborto por violación.
Meses antes, como exfuncionaria, debí referirme públicamente al caso de la muerte del general Jorge Gabela, aportando a la investigación. Proceso que me enseñó a responder ante el país con temple y honestidad.
Últimamente, conocí la realidad del comercio en Quito, la gente buena, las mafias insertas; y ahí también libré una batalla contra la corrupción y la precariedad. Imagino que por todo esto algunos me llaman “una mujer valiente”.
Enfrento mis días con fortaleza, disfruto de mi maternidad deseada y convierto lo difícil en una oportunidad. Junto a otras mujeres, construimos la Fundación contra la Violencia, para patrocinar a víctimas buscando justicia y reparación.
Servir al país es el compromiso que tengo con la vida. (O)