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El Telégrafo

Mitos del libre comercio

06 de diciembre de 2012

Aquellos países que hoy son desarrollados promovieron mayores impuestos, subsidios, aranceles y otras medidas a los productos que ingresaban por sus fronteras. Entre 1820 y 1870, los aranceles en Estados Unidos e Inglaterra superaban el 50%. Por eso es que la mayor brecha entre la historia “real” y la “imaginaria” del libre comercio es la que se refiere a estos dos países, pues se piensa y se da a entender que alcanzaron la cima de la jerarquía económica mundial adoptando políticas de “libre comercio”. Sin embargo, ambos países fueron los pioneros y más fervientes practicantes de las políticas intervencionistas en el comercio y la industria a través de los aranceles e impuestos.

El economista coreano Ha-Joon Chang, en su libro “La patada a la escalera”, reseña que ninguno de los países desarrollados practicaba el liberalismo económico en la forma en que el neoliberalismo lo ha querido imponer al mundo en los últimos 30 años. Además, acotaba: “Una vez que se ha alcanzado la cima de la gloria, es una argucia común darle una patada a la escalera por la que se ha subido, privando así a otros de la posibilidad de subir detrás.

Para cualquier nación que, por medio de aranceles proteccionistas y de restricciones, haya elevado su poder industrial y su capacidad de comercio hasta tal grado de desarrollo que ninguna otra nación pueda sostener una libre competencia con ella, nada será más sabio que eliminar esa escalera por la que subió a las alturas y predicar a otras naciones los beneficios del libre comercio”.

La receta del proteccionismo en EE.UU. nació a la par de su independencia. Los intelectuales y políticos de ese país entendieron claramente que la economía propuesta para el libre comercio por Adam Smith y los otros liberales de la época no era la apropiada. Por ello protegieron fuertemente sus industrias frente a los consejos de Smith y de Jean Baptiste Say.

Una de las cosas que poco se les ocurre a los gobiernos y economistas actuales es el arte de la comparación. Este gesto tiene que ver con las capacidades reales que cada quien tiene y dichas capacidades tienen que ver con la ética. Pero el neoliberalismo no está con la ética, de hecho es justamente uno de los elementos que los economistas neoliberales llaman a no tener en cuenta frente al análisis económico.

Los modelos neoliberales han dado la “patada a la escalera” que ellos utilizaron para alcanzar la posición privilegiada que actualmente ocupan y con eso aumentan la brecha de la desigualdad. A inicios del siglo XX, la renta per cápita en términos de paridad de poder adquisitivo de los países más ricos era dos a cuatro veces mayor que la de los países más pobres. Hoy, gracias a las políticas aplicadas en los últimos treinta años, esa brecha ha aumentado 60 veces.

Esto es porque los tratados de libre comercio, a secas, no generan beneficios que se propaguen a todos los países, sino que más bien tienden a favorecer a pocos en detrimento de muchos.

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