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El Telégrafo

Mitomanía global

19 de octubre de 2012

La condición patológica de falsear la verdad y de simular conscientemente problemas inexistentes, hechos jamás acaecidos y en contraposición ocultar con malicia sucesos valiosos en la vida de los seres humanos y sus entornos, corresponden en toda su dimensión a una tendencia sicopatológica denominada  mitomanía. Las tinieblas que obnubilan las mentes de individuos y agencias periodísticas que generan especies nocivas y mentirosas aprovechándose de la credulidad de las gentes para intentar apoderarse del pensamiento de los conglomerados sociales son el más feroz obstáculo en contra del florecimiento popular y junto a quienes los financian y encubren  constituyen poderosos aparatos ideológicos del poder fáctico.

La historia de la humanidad, en su segunda modernidad, está colmada de las acciones de actores mediáticos y de propietarios de órganos de difusión colectiva escritos o radiotelevisivos -algunos ambiciosos de dominio y otros enajenados por la perspectiva de dinero fácil- cuyo objetivo vital es crear herejías artificiosas para la incertidumbre social, sin mostrar ningún encanto y peor respeto por la opinión pública. La cabalística de la mediocracia mundial  apunta a engendrar una suerte de mefistofélicas políticas comunicacionales conducentes a proteger sus propios intereses políticos y económicos y de los pequeños grupos de supremacía de toda índole que los sustentan.

Los resultados de las últimas elecciones en la República Bolivariana de Venezuela que reafirman, con el triunfo del presidente Hugo Chávez  F., la voluntad de un país de avanzar  por la senda del progreso social hacia un porvenir luminoso y de afianzar el sistema democrático en esa nación hermana, como una forma de romper para siempre el logismo nefasto del gran capital, son lecciones históricas para todos los ciudadanos del mundo.

Lo acontecido en la patria de Bolívar, la victoria precisa y contundente contra toda una conjura internacional, en cuya primera línea filibustera estaban las grandes cadenas de divulgación de noticias, europeas y americanas atrincheradas, como siempre, en falacias y patrañas contra el proceso constitucional venezolano nos muestra que, cuando las masas populares asumen la jefatura de su propio destino, las transnacionales de todo pelaje engullen el polvo de la derrota y beben el agua del miedo.

Los titulares de la mercancía noticiosa que esgrimían los más importantes periódicos de los dos hemisferios sobre la “dictadura de Chávez” o el “fraude electoral chavista”, días antes de los cruciales comicios del 7 de octubre y los altisonantes y alucinados pronósticos de presentadores y “analistas” de la radio y la televisión de algunas estaciones del continente, que solventaban el mismo día de las votaciones, primero, un “empate técnico” y luego el “triunfo” del candidato Capriles, han sido decididamente y definitivamente encapsulados en el basurero de la historia. La mitomanía mediática a nivel planetario, con sus infundios y dogmas, fue despedazada y vencida, ojalá para siempre.

Según lo dicho por el papa Honorio, que “los dogmas son los accesorios del poder y la obediencia no se justifica, sino que se impone”, estamos ciertos que en Venezuela no va más, ya la burguesía ni el imperio jamás podrán imponer sus designios y su credo de explotación y de pillaje noticioso. La nueva era de América Latina es más que explícita y relevante.

Es ahora el pueblo el que tiene la palabra, la última palabra.

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