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El Telégrafo

“Miguelito” y su amor al tenis

08 de septiembre de 2012

Miguel Olvera Mora es una de las figuras más importantes dentro del tenis ecuatoriano por todo lo que ha entregado al deporte blanco nacional, representando exitosamente al país en los eventos internacionales más importantes, como juegos Bolivarianos, Panamericanos, Sudamericanos y Copa Davis; y también lo hizo tras su retiro de la competencia  como profesor y formador de muchos de los más destacados tenistas ecuatorianos.

Miguel nació en Salitre, provincia del Guayas, el 14 de noviembre de 1939. De muy pequeño se radicó en Guayaquil, donde tenía familiares. Empezó a trabajar como pasabolas en el Guayaquil Tenis Club a los 10 años y fue ahí donde nació su amor por este deporte. Me cuenta Miguel que no tenía raqueta propia y llegaba muy temprano al club, cogía una de las raquetas de los profesores e iba a pegarle a la pelota contra la pared, hasta justo antes de que ellos llegaran a trabajar.

Muy pronto Miguel comenzó a destacarse, su juego variado, de mucho toque, su inteligencia táctica, su impresionante velocidad de piernas, sumado a su gran mentalidad ganadora, lo llevaron a convertirse en uno de los mejores tenistas de la época. Debuta en Copa Davis en 1961 contra Colombia en Guayaquil con un triunfo en cinco sets sobre William Álvarez; y en pareja con Eduardo Zuleta vencen a Álvarez y José Alejandro Cortés y le gana en cuatro sets a Cortés, con la serie ya definida, para él  ese sería  el comienzo de una larga y exitosa trayectoria dentro de esta competencia como contra Argentina, en Buenos Aires, en 1967, ganando sus singles contra Roberto Soriano y Julián Ganzábal, y en dobles con Pancho Guzmán de compañero, para clasificar a la final de la zona americana.

Ese mismo año Miguel fue parte vital de una de las más grandes hazañas, no solamente del tenis, sino del deporte ecuatoriano, cuando junto con Guzmán derrotan a una de la grandes potencias del tenis mundial, el poderoso equipo de los Estados Unidos, con Arthur Ashe a la cabeza.

Miguel superó a Ashe en cuatro sets, para darle el primer punto a Ecuador abriendo la senda del triunfo, posteriormente junto a Pancho  derrotaron a Marty Riessen y Clark Graebner, una de las mejores duplas del mundo , con la ventaja de 2-1.

Pancho definió la serie derrotando también a Ashe para coronarse campeones de la zona americana, ante el asombro de propios y extraños. Otro de los grandes triunfos de Miguel como integrante del equipo ecuatoriano fue el título Sudamericano logrado en Guayaquil, cuando acompañado de Eduardo Zuleta dejaron en el camino, primero, al difícil equipo argentino. En semifinales, Miguel vence a “Pato” Rodríguez  y a Patricio Apey, victorias clave para superar a los “araucanos” por 3 -2.

En la final contra Brasil superan a Thomaz Koch y Lelé Fernandes para coronarse campeones y conseguir que la prestigiosa Copa Mitre se quede en el Ecuador por primera vez. Miguel desarrolló su carrera antes del inicio de la era abierta, cuando los premios económicos comenzaron a crecer paulatinamente. Antes, para viajar, recibía ayuda de socios del club  o dirigentes de esa época. Una vez en el torneo, los organizadores corrían con los gastos de alojamiento y alimentación, y los jugadores recibían entre $ 50 y $ 100 por esa semana.

Entre los recuerdos de Miguel está su participación en el torneo de Caracas, parte del circuito del Caribe, al que fue invitado, cuando, mientras miraba el cuadro y veía que le tocaba enfrentar al # 3 del mundo, el español Manolo Santana, el organizador Eduardo Sarmiento  le comentaba a otra persona que Santana iba a ganar el torneo. Miguel, al escucharlo, le contestó: “Yo le voy a ganar a Santana”, y así lo hizo, eliminando en el tercer set a la máxima atracción del evento. Posteriormente buscó ayuda económica para viajar al circuito europeo, pero los dirigentes de ese entonces le dijeron: “Es muy prematuro”.

Miguel no se rindió, pensó que cómo es eso posible, si le acababa de ganar al número 3 del mundo. Finalmente un socio le ofreció financiarlo con el pasaje, pero si estaba dispuesto a viajar en barco. Miguelito aceptó y se embarcó en un carguero, que transportaba banano al Viejo Continente. Tras 17 días de viaje, llegó a Ámsterdam, desde donde continuó en tren hasta Reggio Calabria, donde llegó tras otros dos días de viaje. Al llegar al club donde se jugaba el torneo a las 9 de la mañana, el juez árbitro le anuncia que debe estar listo para jugar a las 5 de la tarde. Miguel entra en cancha y pierde apretadamente 7-5 y 7-5. Deja la cancha muy enojado y Pancho Guzmán, que había visto el partido, le dice: “Miguel, ¿por qué estás enojado, si  después de 19 días de viaje, sin entrenar, jugaste un muy buen partido?”. A lo que Miguel respondió: “Yo vine acá a ganar”.

Estas anécdotas describen perfectamente la forma de pensar, la mentalidad de Miguel Olvera. Para él no había rival invencible ni situación imposible. Él entraba a la cancha dispuesto a vencer a quien estuviera del otro lado de la red.
Cuando estaba en su mejor momento, con 24 años, jugando un torneo en Tampa, Florida, recién casado -acompañado de su esposa-, supera la primera ronda. Siente escalofríos, fiebre y dificultad para respirar, síntomas que se venían repitiendo durante varias semanas. El médico que lo atiende lo manda a tomarse unas radiografías. Al ver las placas, Miguel casi se desmaya: un pulmón aparecía totalmente oscuro. El médico le dice que es líquido, una pleuresía. Después de analizar ese líquido se comprueban vestigios del bacilo de Koch,  que causa la tuberculosis, una “para” obligada de dos años.

Miguel reaparece en los Juegos Bolivarianos y gana la medalla de oro, en dobles junto a Eduardo Zuleta, pero sale a competir muy esporádicamente. Vuelve a integrar el equipo Copa Davis, obteniendo sonados triunfos, incluyendo la gran victoria frente a los Estados Unidos -posterior a su enfermedad-, disputa su última serie en 1977, como capitán y jugador, haciendo pareja de dobles con su alumno Ricardo Icaza frente a Uruguay.

Uno de los muchos recuerdos inolvidables que tengo de Miguel es cuando me convoca con 17 años a formar el equipo Copa Davis, junto a Andrés Gómez, con 18 años, y Ricardo Icaza con apenas 21, pero ya con mucha experiencia para enfrentar a Perú en Guayaquil, en el Voltaire Paladines. Allí ganamos la serie 4-1. Yo debuté con un triunfo frente a Alberto Franco en 4 sets para poner el 4 -1 definitivo a nuestro favor. Ese mismo equipo sería la base de la selección ecuatoriana en los siguientes años. Miguel continúa con la enseñanza de este deporte, que es su pasión, transmitiendo sus vastos conocimientos y su comportamiento y actitud ejemplar a las nuevas generaciones, con las mismas ganas y energía que siempre lo caracterizaron.

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